Veamos… ¿Qué pasa si digo “kuliki taka ti”? ¿Respondiste mentalmente a este llamado? ¿Sigue resonando en tu cabeza “Kuliki taka tá”? Si las respuestas son afirmativas te felicito porque tienes la capacidad para memorizar. Si tu cabeza no encontró respuestas, entonces también te felicito porque probablemente tu gusto musical es más refinado que el mío. No obstante, también estoy seguro que tienes la capacidad para memorizar información.
Alguien podrá contraargumentar en función de la reducida extensión que presenta el desafío planteado por lo que aumentaremos el grado de dificultad. ¿Recuerdas la letra de tu canción favorita? Apuesto a que sí. Esto quiere decir que puedes memorizar unas 250 palabras sin dificultad. Es muy probable además que te sepas varias canciones de memoria, por lo que esta cifra se multiplica por cada una de ellas.
Sin embargo, si te pido que recites 250 palabras (dos párrafos) de la “situación general” de algún ejercicio aplicado o juego de guerra del año pasado es muy probable que no nos vaya tan bien como con tus canciones seleccionadas. Es más, me atrevería a decir que no puedes recordar ni cien palabras de dicho texto. ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué, a pesar de la importancia que puede tener el marco de un ejercicio aplicado o juego de guerra, olvidamos rápidamente información que fue aprendida de memoria?
Antes de responder esas preguntas es necesario un poco de contexto. En términos amplios la memoria se divide en memoria de corto y largo plazo. La primera de ellas es la que dura sólo algunos segundos o minutos y que sirve para recordar un número de teléfono o ser capaz de recordar las primeras palabras de esta oración con la finalidad de entender el sentido de lo que se lee. Por descarte entonces, cuando decimos que nos aprendemos algo “de memoria” estamos hablando de la memoria de largo plazo.
Con esta información como base, podemos responder las preguntas planteadas. Perdemos nuestra memoria de largo plazo por diferentes motivos. Uno de ellos es lo que se denomina “desvanecimiento” el que ocurre cuando no usamos la información previamente almacenada. Asimismo, olvidamos información aprendida de memoria por la “interferencia” que se produce cuando información nueva interfiere con capacidad de recordar información antigua. Así, es fácil advertir que los textos que memorizamos y que nunca volveremos a usar serán rápidamente olvidados. Del mismo modo, si aprendemos de memoria nuevas situaciones de combate o similares en el futuro, se olvidará la información relacionada con el ejercicio anterior.
Desde aquí alguien podría preguntarse si vale o no la pena memorizar información. A pesar de lo declarado anteriormente estimo que memorizar información es necesario y útil. Primero, siempre es necesario contar con una base de datos mental que permita responder ante una situación determinada. Por otro lado, el aprendizaje se facilita cuando debo construir sobre contenidos que constituyen prerrequisitos para incorporar ideas más complejas. Lo mismo ocurre con la asociación de información, es decir, cuando vinculo una nueva idea con otra que conocía anteriormente.
En el plano militar recordar información es fundamental para distintos ámbitos de quienes vestimos uniforme. En este sentido, una de las utilidades que tiene el recordar información, es el tiempo que podemos ahorrar ante determinadas situaciones, particularmente a la hora de planificar o conducir operaciones. Por ejemplo, si recuerdo los pasos a seguir del proceso de planificación y las ideas generales que caracterizan a cada uno de ellos, entonces podré llevar adelante una planificación de forma mucho más eficiente que si tuviera que recurrir a las fuentes respectivas para cada uno de los pasos.
Esto se aprecia con mucha mayor claridad cuando debo aplicar otros conocimientos del ámbito militar. Ser capaz de recordar los principios de la guerra, del ataque, las funciones de combate o los factores operacionales, es solo el punto de inicio para su posterior comprensión y sobre todo aplicación. Asimismo, recordar nuestros valores militares, hechos históricos o preceptos básicos de la Ordenanza General del Ejército y del Reglamento de Disciplina son un input determinante para ser comunicadores efectivos o para tomar decisiones oportunas. Así, ser capaz de recordar información que pueda ser empleada a lo largo del tiempo es fundamental para tener un buen desempeño en nuestra carrera militar.
Es quizás en este último punto donde se marca la diferencia respecto de el tener que memorizar textos que nunca más voy a utilizar. Si vamos a destinar tiempo, un recurso escaso por excelencia, a memorizar información, entonces parece conveniente hacerlo con información significativa con la finalidad de que nos permita comprender su significado y la posibilidad de aplicarlo o vincularlo con otras ideas. De esta forma, el recordar información constituirá de verdad una base para el desarrollo de habilidades cognitivas superiores y no un ejercicio cuya trascendencia coincida con el término de una actividad determinada.
En síntesis, creo que es necesario desarrollar y ejercitar la habilidad cognitiva de recordar o sea memorizar información. Pero más fundamental aún resulta almacenar información cuya posterior comprensión nos permita vincularla con otros conocimientos e, idealmente, construyendo aprendizajes cada vez más complejos y de esta forma producir ideas originales que aporten valor a nuestro entorno.
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