En la vida, las decisiones que tomamos no solo afectan nuestras propias trayectorias, sino que tienen un impacto directo o indirecto en las vidas de aquellos que nos rodean. Esto es algo que, como miembro del Ejército de Chile, he llegado a comprender profundamente. Las decisiones, especialmente en un entorno tan estructurado como el militar, no solo son determinantes para el futuro de una persona, sino también para el bienestar de una organización entera y en muchos casos, para el destino del país.
Desde el momento en que comencé mi carrera militar, mi vida ha estado marcada por una serie de decisiones cruciales que han ido forjando mi camino, una de las más significativas fue la oportunidad que se me dio para postular al “Curso de Aspirantes a Oficiales de Transporte”, una oportunidad que cambió por completo el rumbo que llevaba mi carrera profesional y mi vida personal también. Pero para comprender la magnitud de esta decisión, primero debo explicar cómo funciona el proceso de toma de decisiones en un entorno tan riguroso.
El Poder de las Decisiones
Cuando ingresamos a la vida militar, comenzamos a entender que cada acción tiene repercusiones, no solo para nosotros, sino para quienes dependemos de las decisiones que otros toman. Como suboficial en el Ejército, pasé por muchos desafíos, tanto físicos como mentales. Sin embargo, fue una decisión en particular, tomada por un mando en el que confiaban tanto sus superiores como los subordinados, lo que alteró mi trayectoria profesional de manera definitiva.
Recuerdo perfectamente cuando me ofrecieron la posibilidad de postular al curso de oficial de transporte. Fue una decisión clave que no solo tuvo un impacto en mi vida personal, sino que también abrió la puerta a nuevas oportunidades para mi carrera y la de mis compañeros. Sin embargo, lo que más me impactó fue darme cuenta de que esa decisión no dependió solo de mi esfuerzo, sino también de la evaluación, el juicio y la perspectiva de quienes estaban en posiciones de liderazgo.
Si bien mi formación como suboficial había sido sólida y me había permitido alcanzar un nivel de competencia adecuado, el paso a la oficialidad requería una calificación más allá de lo que había logrado hasta entonces. Esa decisión de darme la oportunidad de postular fue el resultado de una combinación de factores: mis méritos, la confianza que generé en mis superiores y la creencia de que podría representar con honor al Ejército en esa nueva función.
Pero ese cambio de rumbo no fue una simple cuestión de mi capacidad, sino el producto de la decisión de una persona o un grupo de personas, que, al confiar, apostaron a un futuro diferente para mí y por ende, para quienes compartirían mi trayectoria en el Ejército. Fue un recordatorio claro de cómo nuestras decisiones, como líderes, pueden modificar la vida de los demás de formas que a veces no somos capaces de anticipar ni mucho menos comprender.
La Responsabilidad de Decidir
Este tipo de experiencias nos lleva a reflexionar sobre la magnitud de las decisiones que tomamos en nuestras vidas, especialmente cuando ocupamos una posición de liderazgo. Ya sea en el Ejército, en el ámbito laboral o en nuestra vida personal, nuestra capacidad para tomar decisiones es una responsabilidad que no debe tomarse a la ligera.
Como miembros de una institución, como es el Ejercito de Chile, nuestras decisiones afectan no solo a aquellos que se encuentran bajo nuestro mando directo, sino a todo un entorno de personas y equipos que se ven influenciados por lo que decimos, lo que evaluamos y lo que decidimos. Las decisiones sobre quién recibe una oportunidad de crecimiento, quién es ascendido, o incluso quién recibe un reconocimiento, pueden transformar vidas de manera profunda.
En mi caso, la decisión de permitirme postular al curso de oficial de transporte fue crucial. No solo me permitió crecer en mi carrera profesional, sino que también me motivó a esforzarme aún más, obteniendo el primer lugar en el curso, algo que nunca habría alcanzado sin esa oportunidad. Este hecho me recuerda que detrás de cada decisión tomada, siempre hay un efecto multiplicador: un líder que confía en sus subordinados puede llevarlos a niveles de éxito que ellos mismos no imaginaban.
La Toma de Decisiones: Un Proceso Reflexivo
Tomar decisiones, especialmente aquellas que afectan a otras personas, requiere una profunda reflexión. No se trata solo de evaluar los méritos de la persona en cuestión o el contexto en que se toma la decisión; también se trata de entender que esas resoluciones pueden influir en el futuro de alguien de una manera irreversible. Por ello, como líderes, debemos ser siempre conscientes de las implicaciones de nuestras acciones.
Esto implica pensar más allá de los resultados inmediatos, considerando el bienestar, el desarrollo y la seguridad de los demás. El efecto de una decisión puede ir mucho más allá de lo que imaginamos en el momento en que la tomamos, y esas repercusiones pueden extenderse por años, influenciando generaciones enteras.
Hoy, al mirar atrás, me doy cuenta de la magnitud de lo que significó esa oportunidad de postular y cómo, gracias a una decisión tomada en un momento crucial, mi vida tomó un rumbo completamente diferente. Sin la confianza depositada en mí por parte de mis superiores, probablemente no habría alcanzado el nivel de excelencia que alcancé. Pero esa misma decisión no solo impactó mi vida, sino también a todos aquellos con los que trabajo en el Ejército, quienes pueden, hoy en día contar con un líder comprometido y dispuesto a asumir los retos con responsabilidad.
La toma de decisiones, tanto en el Ejército como en cualquier otro ámbito, es un acto de gran responsabilidad. A veces, una simple acción puede cambiar la vida de otra persona para siempre. Por eso, debemos ser cuidadosos y conscientes de las implicaciones de nuestras decisiones, ya que el futuro de quienes nos rodean y sus familias puede depender de ello.