24 de Abril de 2025

Te perdono, pero no olvido

 

Quizás has escuchado la frase “te perdono, pero no olvido” que, en realidad, suele significar que la persona no está perdonando verdaderamente y que seguirá teniendo en cuenta esa falta por los siglos de los siglos. O tal vez has notado cómo en las discusiones, las cosas pueden complicarse cuando ambas partes se enojan y recuerdan ofensas pasadas.

Esto ocurre porque el perdón no es lo mismo que el olvido. De hecho, el perdón surge tras reflexionar sobre lo sucedido y lograr reinterpretar la situación. Por ejemplo, si le digo a mi pareja que pasaré a buscarla a las nueve y llego a las diez, disculpándome con un simple “lo siento, se me pasó la hora”, el mensaje implícito es que no me importa el retraso ni sus sentimientos, lo que naturalmente produce dolor y enojo.

Un perdón efectivo requiere que yo demuestre entender por qué se molestó y exprese arrepentimiento por el daño causado, ya sea intencional o no. Esto permite que la otra persona modifique su interpretación de que “no me importa” y, consecuentemente, cambie las emociones que experimenta.

Es importante comprender que aunque las emociones tienen una base fisiológica (la activación de la ruta corta de la amígdala, una respuesta de alerta común a todos los mamíferos), lo que diferencia las diversas emociones humanas es cómo interpretamos las causas de esa alerta. Podemos observarlo en el caso de un estudiante que recibe una mala calificación: si cree que es culpa del profesor, sentirá rabia; si piensa que carece de capacidades, sentirá tristeza; y si considera las posibles consecuencias negativas, sentirá miedo. Normalmente experimentamos combinaciones de estas emociones, cambiando según el aspecto al que prestemos atención.

El perdón implica un cambio emocional asociado a la reinterpretación, algo que también ocurre al contextualizar los hechos dentro del marco general de la relación. Esto frecuentemente requiere un esfuerzo consciente para recordar los buenos momentos cuando estamos enojados, o para entender las posibles intenciones detrás de algo que nos lastimó. Este esfuerzo es esencial para comprender las intenciones de los demás y las ambivalencias que surgen en todas las relaciones, tanto personales como laborales.

Con el tiempo y la acumulación de experiencias, nuestra capacidad para contextualizar debería aumentar. Esto viene acompañado de una disminución en la intensidad de las emociones, ya que aprendemos que los éxitos suelen traer nuevas exigencias y que los fracasos eventualmente pasan. Todo esto incrementa nuestra capacidad de reflexión y perdón, haciéndonos más sabios.

El perdón es una capacidad esencial en el desarrollo de sentimientos, desde la amistad hasta el espíritu de equipo necesario en grupos de alto rendimiento. Por ello, líderes, coaches, entrenadores y profesores deben compartir sus experiencias sobre el perdón y la resolución de conflictos, ofreciendo apoyo en momentos difíciles cuando existe la tentación de manejar la frustración mediante agresiones o buscando culpables.

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