Te abracé a los quince años. Puede que no hayas sido un amor a primera vista, pero me enamoré perdidamente. Al principio fue difícil. Ni miel ni hojuelas. Pero estoy seguro de que eso hizo que me enamorara aún más. Sin embargo, hoy, con el pecho apretado, la garganta hecha un nudo y los ojos más que nublados, te digo adiós.
Dudo mucho que estas líneas me salgan bien, ya que te escribo a pesar de que me tiemblan un poco las manos y el corazón. Deben ser emociones que salen por los dedos y se transforman en letras. Hoy te escribo mientras los recuerdos junto a ti se agolpan, compitiendo por un momento de nostalgia.
Como la vez que ingresé por los torreones del Alcázar, los mismos que un mes después me vieron vestir la guerrera que identifica a los cadetes militares. Así también irrumpe mi mano alzada hacia la bandera para comprometerme a defenderla con mi vida, hecho que repetí años después, no frente al “Altar de la Patria”, sino a los pies del Morro de Arica.
Oh Arica, la ciudad que forjó a fuego mi amor por ti y por nuestro país, trazando líneas de chusca en Pampa Chaca y Pampa Camarones, lugares que reservan calor, frío, camanchaca y estrellas para quienes nos adentramos en su soledad.
Ya no tenía quince, sino veinte, cuando conocí tu infinita vocación social. Allí, en Arica, estuvimos con jóvenes pocos años menores, a quienes instruimos juntos con disciplina y afecto, esperando convertirlos en buenos soldados y mejores ciudadanos.
Contigo viví a concho lo emocionante que es ser un soldado. Por un lado, conocí la adrenalina propia de quienes aman intensamente lo que hacen. Me enseñaste a esquiar, a saltar de un avión en vuelo, a bucear y tantas otras experiencias que pusieron a prueba mi capacidad para sobreponerme al temor, al cansancio, al dolor y a la incertidumbre.
Por otro lado, también me emocioné con lo que significó vestir tu uniforme y lucirlo desbordado de orgullo, frente a familiares, autoridades y compatriotas. Nunca olvidaré la forma en la que el corazón retumba cuando se es parte de una unidad que desfila como un solo cuerpo, representando tanta historia y a tantos otros. Creo que aún no adquiero conciencia de lo que significa no volver a sentir aquello.
Tú, mi primer gran amor: quiero que sepas que vivir contigo no fue fácil, pero ¿qué relación trascendente lo es? Desde el principio tuvimos que enfrentar muchos y variados sacrificios. Recuerdo que, para pasar tiempo contigo, dejé de ver a mis padres y hermanos por largo tiempo (largo para lo que estaba acostumbrado). También recuerdo que tuve mucho sueño; cuántas noches en vela pasamos juntos, mirando el cielo, imaginando cosas que luego la realidad se encargó de superar. Cuántas veces caminamos de la mano bajo la lluvia, pensando en nuestro presente y futuro, y cuántas otras nos abrazamos para soportar un poco el frío que adorna distintos rincones de nuestro amado país.
Pero por sobre todo aquello, lo que más recuerdo fueron tus muestras de cariño. Recuerdo que, a cambio de la lejanía de mi familia, me presentaste a personas increíbles: algunos adoptaron la forma de profesores, instructores y mentores quienes, con rigor, con el ejemplo, afecto profesional o con palabras difíciles de entender al principio, me fueron enseñando lo que implica vivir una relación como la nuestra. También me presentaste compañeros excepcionales con quienes enfrentamos cuanto desafío se nos puso por delante. En este punto pienso en quienes se transformaron en amigos inseparables; Ellos han sido un pilar fundamental en mi vida y estoy seguro de que eso seguirá siendo así.
Otra muestra de amor que recibí de ti, a cambio del frío, del sueño, del dolor y la fatiga, fue el desarrollo de la resiliencia para enfrentar las dificultades de la vida; como esta misma que vivo por nuestra inminente separación. Siento que cada parte de nuestra vida juntos valió la pena, con nuestros momentos dulces y amargos, los que, de poder, no cambiaría un ápice.
En fin, son demasiadas emociones y recuerdos que estas líneas no alcanzan a atrapar, pero que espero puedan representar un poco la pérdida que comienzo a vivir. Por ahora, he logrado exitosamente esquivar la emoción que se asoma y me mira como un fantasma, cuando pienso en que no seguiremos juntos, pero soy consciente de que en algún momento (o varios) me alcanzará, para ir sacando con el agua de mis ojos y de mi alma de soldado, la pena que siento por dejarte.
Tranquilo tomo un rumbo distinto, cuando veo a quienes te siguen abrazando. Personas excepcionales, que te seguirán llevando por donde te mereces, gente a la que admiro, estimo y que siente el mismo (o más) orgullo y emoción que la descrita en estas líneas.
Con casi cuarenta y seis años suelto aquel abrazo quinceañero, quedándome solo agradecer por estos más de treinta años junto a ti, por haberme aceptado, enseñado y permitido hacer cosas que me hicieron inmensamente feliz, como contribuir con nuestra querida Patria, lo que espero seguir haciendo, de una forma distinta y junto a un nuevo amor.
Hasta siempre,
Fernando.
Éxito Feña!!
Me llego al corazon ! Hermosa historia! Los mejores deseos!
Lindas palabras!! Mucho éxito en lo que viene, un abrazo!!
“Creo que aún no adquiero conciencia de lo que significa no volver a sentir aquello”
Siempre podrás sentir las mismas emociones, claramente ya no siendo parte de la unidad de formación, sino que ahora viéndola marchar con la misma gallardía, marcialidad y motivación. Esa emoción, ahora será representada por el escalofrío que se percibe cuando al observarla, hará correr un hilo de agua fría por la espalda, con lo que te darás cuenta, que el corazón vuelve a retumbar con la misma fuerza que en aquel momento.
Bien Fernando, nunca se deja de ser soldado… Todos los días se recuerda
Con nostalgia y alegría
Saludos
Daniel Cerda
Resuena en el alma de todos los soldados. Gracias por ser guía y ejemplo.
Sólo Allah basta. Que le siga yendo muy bien. Gracias por todo lo que nos enseñó.
Un seco en todos los ámbitos y como se lo dije antes, no porque se saque el uniforme deja de ser el tremendo “gallo” que es y seguirá siendo, tarea cumplida soldado, un abrazo apretado …!
The love you have is a reflection of the heart and soul you poured into your service. Congratulations on a successful career! Time to make a difference in a new role.
Tranquilo Guasón, el luto dura dependiendo cuantas amarras mantengas, la nostalgia pienso que es eterna, éxito y buena caza !!