Pequeñas Cosas que Suman en Grande

“Las personas no deciden su futuro, deciden sus hábitos, y sus hábitos, deciden sus futuros”  (F. M. Alexander)

Los hábitos son las conductas que repetimos constantemente, y forman gran parte de nuestro día a día, desde pequeñas acciones como lavarnos los dientes, hasta asignar tiempo habitualmente para entrenar o conversar con personas de mi unidad. El problema es que tendemos a subestimar el efecto que tienen sobre nuestra vida, principalmente, porque no vemos resultados significativos a corto plazo.

Piénsalo así, entrenar sólo un día no mejorará tu condición física, aunque inviertas diez horas metido en el gimnasio. Pero entrenar cinco veces a la semana por una hora, mejorará tu condición. Cuánto vas a demorar es otra pregunta, pero sabes que en algún momento lo notarás. De la misma forma, priorizar un día tareas administrativas por sobre tus subordinados, no afectará tu relación de mando o amistad profesional con ellos, pero si esta conducta se mantiene en el tiempo, en algún momento, serás un extraño en la unidad.

Pongámoslo en números. James Clear, en su libro “Hábitos atómicos” explica claramente: Si mejoras un 1% diariamente en algo, al término de un año habrás mejorado 37 veces esa área.  Es como el interés compuesto, pero en ti mismo. Y, por el contrario, un hábito negativo, por muy inofensivo que parezca, a largo plazo puede llevarte a un estado que no quieres estar. Recuerda la instrucción de orientación, pequeños errores de azimut, brújula o pasos dobles, a largo andar, te dejan fuera de carta.

Entendiendo todo lo anterior, la clave está en los sistemas que creamos y en las cosas que hacemos constantemente. Eso es lo que controlamos, porque no lo podemos hacer con los resultados, pero si con nuestras acciones en pos de.

¿Cómo?, te preguntarás.

Ejemplo, no puedo controlar mis resultados en las pruebas de suficiencia física, pero si puedo elegir y decidir cuándo entrenar, qué entrenar, cómo alimentarme, con qué frecuencia, intensidad, volumen, etc. No puedo decidir ni forzar la relación con mis subordinados, pero si puedo decidir escuchar activamente, si puedo dedicar tiempo en mi horario para compartir, si puedo entender los pros y contras para una mejor gestión de talento, etc. No puedo mágicamente volverme culto o elocuente, si puedo decidir practicar oratoria, obligarme a tomar pequeñas decisiones diarias, leer diez minutos al día, diversificar mis temas de lectura o interés, etc.

Son los sistemas… y la formación militar lo entiende y lo enseña indirectamente. El golpe de diana suena exactamente a la misma hora a lo largo del territorio nacional, la puntualidad y disciplina se construye día a día, y los pequeños ladrillos van sumando. Cosas tan rutinarias como la “lectura de la orden”, invitan a un permanente contacto de una unidad, y la presencia de los comandantes en todo nivel, en instrucción, aula o actividades de régimen es lo que construye la confianza y sentimiento de pertenencia. Aparecer sólo en el ejercicio final no es demostrar compromiso, no es un hábito recomendable.

En pocas palabras, controlamos qué hacer día a día, repetidamente se vuelve un hábito, ese sistema lleva a resultados, ese resultado eres tú. Creo muy importante que cada uno de nosotros, revise bajo qué sistema de hábitos estamos viviendo… Esto porque además de ordenar nuestros propios hábitos, los comandantes tenemos la responsabilidad y oportunidad de influenciar directamente sobre los hábitos de nuestros subordinados, a través de los sistemas y horarios, de lo que exigimos y dejamos pasar, de lo que valoramos, premiamos e ignoramos diariamente, ¿Qué estamos haciendo para acercarnos a la mejor versión de la unidad, y qué estoy repitiendo que nos aleja?

“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito” – Will Durant.

Fuente imagen: Cuenta de Instagram del Ejército de Chile (https://www.instagram.com/p/CN8c6MFBkG2/)