Hace 15 años atrás ingresé a la Escuela Naval porque quería ser Marino… sin embargo, tras 2 años como Cadete decidí retirarme ya que me di cuenta que mi pasión y mi vocación estaban ligadas al fútbol, por lo cual le informé a mis papás que quería dedicarme a ser Entrenador Profesional de Fútbol. Mis papás no lo podían creer… No me comprendían y no apoyaron mi decisión, aunque la respetaron (muy a regañadientes, por cierto). Lógicamente lo primero que me dijeron fue: “¡¿Pero cómo puedes estar tan perdido?! ¡¿Qué tiene que ver el fútbol con la Armada!?”
Mucha gente no lo sabe, pero los deportes en general y el fútbol en particular, contienen en su aspecto táctico varios conceptos que provienen del mundo militar. Entre otras cosas, por ejemplo, en el fútbol existen tres concepciones de juego ofensivas (ataque directo, ataque construido y contraataque) que se pueden asemejar fácilmente con tácticas militares (asalto frontal, movimiento envolvente y contraataque, respectivamente). Lo mismo aplica en el caso de las concepciones de juego defensivas, modelo de juego (doctrina militar) o plan de juego (plan de guerra). Sin embargo, la principal similitud entre el fútbol y lo militar es que, para poder llevar a cabo el trabajo, se necesita coordinar grupos humanos, es decir, generar un equipo. Mamá, papá: es en este punto donde el círculo se cierra y tanto el fútbol como lo militar se juntan ya que esos grupos humanos no se mueven solos, necesitan una persona que los lidere. No estaba tan perdido…
Así como la Escuela Militar es el Alma Mater de todos los Oficiales del Ejército de Chile, el Instituto Nacional del Fútbol (INAF) es la única institución de educación superior autorizada para dictar la carrera de Entrenador Profesional de Fútbol en Chile. Ciertamente tienen metodologías de formación y un perfil de egreso distinto, pero en ambos casos lo que se busca es generar líderes. Mientras en la Escuela Militar se busca formar Oficiales que lideren a hombres y mujeres en un campo de batalla, en el INAF se intenta formar a Entrenadores que líderen a hombres y mujeres en un campo de fútbol. Lógicamente hay un sinfín de diferencias propias de cada ámbito, pero lo que es transversal a ambas profesiones es el liderazgo de grupos humanos. Como el liderazgo implica necesariamente la toma de decisiones, es que me atrevo a decir que tanto los oficiales como los entrenadores de fútbol debajo del uniforme y debajo del buzo compartimos una misma primera capa: cuchillo y traje de baño… cuchillo para cortar el queque y traje de baño para tirarnos a la piscina. Todas y cada una de las decisiones que permanentemente estamos tomando los oficiales y los entrenadores de fútbol afectan de una u otra manera a ese grupo de personas que lideramos.
En lo que sí hay una diferencia sideral entre el fútbol y el Ejército es en cuanto a la incorporación de la mujer. La mujer siempre estuvo presente en el Ejército y existen destacadas figuras que a lo largo de la historia marcaron con gloria la presencia femenina en nuestras Fuerzas Armadas, como es el caso del apoyo de Javiera Carrera a sus hermanos en la época de la Independencia, la Sargento Candelaria Pérez en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, la cantinera Irene Morales en la Guerra del Pacífico, Margot Duhalde, la primera aviadora militar de Chile, y cuántas otras que desde el anonimato trabajaron en labores de inteligencia o de apoyo a nuestro país. Tal como lo comentó la Mayor María Antonieta del Solar en su columna “¡¡¡Luz verde!!!” de este blog, las mujeres están plenamente incorporada al servicio desde el 2004. El fútbol femenino, en cambio, recién se está profesionalizando a partir de este año. En ese sentido, tiene mucho que avanzar y no estaría mal mirar al Ejército u otras instituciones que ya recorrieron este camino hace tiempo… y en forma exitosa.
Por último, la detallada biografía de Andrew Roberts sobre el gran estratega Napoleón Bonaparte, le atribuye la siguiente frase “En la guerra los factores morales son tres cuartas partes del total; la superioridad material relativa solo suma otro cuarto”[1]; un Ejército puede contar con los tanques más modernos y los fusiles con mayor precisión, pero si detrás de aquello se encuentra un Oficial que no sabe liderar a sus soldados, los resultados probablemente serán desastrosos; un club de fútbol puede contar con las mejores canchas y las instalaciones más modernas, pero si el Entrenador no sabe liderar a sus jugadores, los resultados seguramente serán paupérrimos. Más allá de si al frente hay un pelotón de soldados o un grupo de jugadores, el Oficial de Ejército y el Entrenador de Fútbol, sobre todas las cosas siempre compartirán una misma vocación: Liderar personas.
[1] ROBERTS, Andrew, “Napoleón: una vida”, Ed. Palabra (2016).
Fuente imagen: Cuenta de Instagram (https://www.instagram.com/p/Cge3pJPO_QN/)
Cientista político y entrenador de fútbol. Padre feliz, esposo enamorado, lector obsesivo y ajedrecista amateur.
Convencido de que la rama de fútbol de la Escuela Militar ganará el Interescuela 2023.
Aunque el 507 represente solo un número, su contexto generó una marca imborrable en mi formación como líder.
Buena foto profe, saludos, atte Ñampil
Un gran planteamiento, muy interesante análisis. Como se requieren las mismas habilidades o se pueden desarrollar las mismas capacidades y sapiencia en ámbitos muy distintos. Cumpliendo una función relevante como es ser responsable de una misión (un objetivo) y especialmente de un equipo que la lleve a cabo.
Grande 507, solo falto que en nuestra primera capa además tenemos un pedazo de alambre, para amarrarnos bien los pantalones, éxito en todo lo que vendrá sin duda te irá excelente un abrazo!
Concuerdo plenamente con el texto, solo puedo agregar de que el la pelicula “El equipo redentor” disponible en Netflix, también encontramos a un Oficial que es entrenador de Basketball, en donde lleva su formación en lograr el objetivo de ganar el oro en las Olimpiadas.