“Las nuevas generaciones no quieren comprometerse con su trabajo”
“Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad”
Mientras la primera cita la encontramos en muchas opiniones de “boomers” o “X” respecto a “millenials” o “Z”; la segunda, es atribuible a Sócrates, hace tan solo 2.500 años. Esta semejanza nos lleva a pensar si la juventud siempre ha sufrido falta de compromiso, o quizá, el problema es otro. Por ello, este artículo pretende reflexionar al respecto desde una mirada que implique repensar nuestras propias afirmaciones, paradigmas y sesgos.
En este sentido, si afirmamos que a las nuevas generaciones les falta compromiso, es relevante iniciar definiendo “compromiso”. Según la RAE, es una obligación contraída. Pero creo que el concepto es más que eso, compromiso implica cumplir con lo prometido ante circunstancias adversas; es decir, es la obligación que se ha contraído con la palabra empeñada y particularmente cuando es una promesa a una declaración de principios, como nuestro juramento a la bandera.
Iniciemos con un ejemplo de 1882: El combate inició en la tarde del 09 de julio. A las nueve de la mañana del día siguiente, el comandante y otros 71 soldados habían muerto heroicamente. Sin munición, los sobrevivientes estaban rodeados por fuerzas muy superiores, sólo quedaban cuatro soldados y él. “Subteniente Cruz, ríndase, hijito. ¡No tiene para que morir!” … le gritaban sus enemigos. Pero el un Subteniente Luis Cruz Martínez, de 15 años de edad, respondió: “¡Un chileno no se rinde jamás!” Ordenó calar bayoneta y se lanzó al asalto con sus soldados, luego… solo silencio en la sierra peruana.
¿Hay falta de compromiso en la juventud? Mientras pregonamos esta supuesta carencia de los jóvenes, recuerdo que llevamos más de cuatro años de despliegues permanentes y son los jóvenes de hoy (millenials y Z) los que han cumplido con éxito cada misión asignada. Es más, pese a que el Manual de liderazgo militar menciona el concepto en veintinueve oportunidades, no lo define explícitamente, ni siquiera en el glosario donde solo aparece como parte de la definición de cohesión. Ahondando más, “Compromiso Institucional” es uno de los conceptos de nuestro sistema de calificaciones y la cartilla correspondiente lo define como: “demostración de interés y dedicación hacia las labores profesionales y objetivos institucionales”, de él, se desprenden los factores de abnegación, responsabilidad, perseverancia e iniciativa. Aquí nuevamente me pregunto: ¿Por qué lo calificamos y no lo conceptualizamos?.
Ahora bien, pensemos en un joven adulto que vive en la cultura occidental durante el primer cuarto del siglo XXI. Es decir, una persona que tiene la opción y el derecho (sin obligación de deberes) para elegir entre la mayor cantidad de libertades y oportunidades que ha desarrollado nuestra sociedad occidental desde sus inicios (pienso en la época de Sócrates). Y pese a todo, este joven decide voluntariamente optar por una vocación donde renuncia a la mayoría de las libertades y derechos que tienen sus pares, como: libertad de expresión, de reunión, de afiliación política, de disposición de su tiempo, entre muchas otras. Por lo tanto, pregunto nuevamente: ¿Falta compromiso en los jóvenes?, o es otro el problema.
Según un estudio del sitio español elEconomista.es, un mal liderazgo es responsable de casi el 70% de la falta de compromiso de los colaboradores en una empresa. Sin duda, este estudio tiene aplicación en nuestra área de desempeño. Un mal líder, aun cuando tenga la autoridad que le entrega el mando, corroe la voluntariedad con la que estamos dispuestos a renunciar a todo por cumplir la obligación que hemos contraído, particularmente cuando es el mismo mando (ojo que no digo líder) quien no la encarna y no la cumple esta obligación. En consecuencia, la nueva pregunta es: ¿Falta compromiso o falta liderazgo?.
Por tanto, si considerarnos que el liderazgo militar se define como: “el arte de persuadir a los subalternos, lograr de ellos la adhesión a un ideal para que, provistos de un propósito, dirección y motivación, desarrollen una tarea, cumplan una misión y mejoren la organización, sintiéndose al mismo tiempo satisfechos y realizados”, estamos hablando que un líder militar debe principalmente lograr que sus subordinados estén comprometidos en su tarea. Es decir, ante la falta de compromiso ¿Quién está mal, el seguidor o el líder?.
La respuesta es de Perogrullo. Es imprescindible para el liderazgo militar que los comandantes demuestren con ejemplo personal una abnegación ejemplar, principalmente antes de exigir lo propio a los subordinados, y así, generar el compromiso requerido para abordar las tareas más complejas con éxito. Más aún, el liderazgo basado en el ejemplo personal en un comandante integro, también desarrolla la conexión de sus subalternos con la unidad que se comanda, de manera tal, que mantengan la voluntad de lucha a pesar del peligro y las dificultades. Es decir, no sólo se desarrolla compromiso, también cohesión.
Finalmente, y para responder a la pregunta ¿Falta compromiso institucional? Creo que no. Creo que sigue firme, incólume, solido como ha estado en los más de 200 últimos años. Tan firme como los soldados, que mientras lees, están desplegados en la frontera norte, en la Araucanía, en misión de paz o de guardia a lo largo del país. Lo que necesitan estos comprometidos jóvenes chilenos son mejores lideres, lideres como Tú. Si; tú. Porque con el sólo hecho de leer este blog demuestras tu intención de ser mejor que ayer, de ser un mejor comandante, un mejor líder y actuar con el ejemplo que el Capitán Ignacio Carrera Pinto le impregnó a sus Chacabucanos, particularmente al joven Subteniente Luis Cruz Martínez.
Fuente de la imagen: Cuenta de Instagram del Ejército de Chile (Disponible en https://www.instagram.com/p/C8M27SKxb7d/)
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Es fácil siempre culpar a los más jóvenes o a los subordinados, pero…. ¿estamos haciendo lo necesario para que los “jóvenes” se sientan parte del equipo? Muchos si!
La misión es de todos
La motivación parte de la cúspide de la pirámide, históricamente siempre ha sido así (si de victorias hablamos). Culpar a los más jóvenes por el desinterés institucional es un error, ya que muchas veces se sienten defraudados por el mando (los de la punta) que deben defenderlos y desarrollarlos, casos actuales hay un montón. Muchas veces la iniciativa es pisoteada por el matonaje intelectual de las altas esferas del mando, contradiciendo el “mando tipo misión”… Entonces ¿Para qué el sacrificio? Si total la razón siempre la tendrán “los mismos”, así siente la juventud institucional , siente que no son defendidos ni escuchados, que sus ideas no valen y que su sacrificio es un mero detalle. Si no somos capaces de darnos cuenta de esto, el día de mañana, cuando nos enfrentemos a cumplir lo que la sociedad espera de nosotros, habrá un fracaso rotundo y seremos la marca negra de una tradición nacional de sacrificio y victoria.
Gran sitio …
Excelente artículo. Sobre lo planteado dos reflexiones: primero, un tremendo desafío es encontrar el equilibrio entre generaciones. Las organizaciones cómo el ejército deben dedicarse por un lado en resguardar los valores, principios y tradiciones propias de una institución fundamental de la República y por otra, a cautivar a los jóvenes pertenecientes a las nuevas generaciones, proceso que depende de decisiones que adoptan personas que pertenecen a las generaciones más antiguas y que no siempre resulta sencillo. En segundo lugar, hay que adaptarse a los nuevos contextos buscando soluciones como incorporar distintas opciones de carrera y que sean atractivas a un mayor número de jóvenes, quizás pensando en que una parte de quienes opten por la profesión militar, no lo hagan pensando en permanecer por 30 años o mas.