“La disciplina tarde o temprano, vencerá a la inteligencia”
Proverbio japonés.
¿Alguna vez te has sentido en desventaja en una competencia, en una actividad o en un desafío?, en este breve texto quiero contarte tres aspectos que me ayudan para alcanzar las metas que, en ocasiones, me parecen más fáciles para otros que para mí.
Me apasionan las artes marciales, no solo por la idea equivocada de aprender a pegar patadas, combos, defenderse, o como para algunos, ver eventos de peleas los fines de semana mientras toman una cerveza. Mi interés va más allá de solo conocer técnicas de defensa personal o nombres de golpes en otros idiomas (coreano, chino, japonés, tailandés, etc.). Lo que realmente me atrae de éstas, es su cultura, sus principios y, por sobre todo… su DISCIPLINA.
Según la Real Academia de la Lengua Española, la disciplina es la “obediencia a las reglas que rigen la actuación o el comportamiento de una persona o de un grupo de personas”[1]. Sin embargo, esta definición, desde el punto de vista de la obediencia, suele asociarse más a un “deber” o una “obligación”, cuando en realidad la disciplina no puede distar más de una especie de “orden militar”.
Robin Sharma, en su libro El Club de las 5 AM, sugiere técnicas para acostumbrarse a generar hábitos, como engañarse adelantando una hora el reloj para levantarse más temprano, propone “aplicar el proceso de instalación de hábitos de sesenta y seis días para que la costumbre se automatice”[2], señalando que, por repetición las personas podemos lograr cambios en nuestra rutina de forma permanente, aunque sea necesario auto-engañarnos para ello. De esta manera, podemos iniciar el día de mejor forma, en un mejor horario y con una rutina que llene de beneficios nuestra vida. Tiene mucho sentido que un hábito como la vida sana, el estudio o la meditación, se refuerce a medida que más lo practiques, y no me refiero a practicar deportes o leer muchos libros, sino que a los hábitos que permiten vivir de manera equilibrada, pero que también facilitan la consecución de objetivos.
Los hábitos, entendidos como la “manera individual de comportarse adquirida por repetición de actos iguales u originada por una tendencia natural”[3], pueden ser complejos de aquilatar o ejecutar. Sin embargo, existe una frase que me hizo replantear la necesidad de cumplir “obligatoriamente” con los hábitos y que permite adoptarlos de forma más orgánica y conveniente.
La cuarta ley del libro Hábitos Atómicos, escrito por James Clear, señala que un hábito hay que “hacerlo satisfactorio”[4]. Un ejemplo de esto es la pasta de dientes. Para un ciudadano común en nuestra cultura, el acto de lavarse los dientes en el siglo XXI es prácticamente una costumbre. Sin embargo, es llamativo saber que el “gran éxito de los productores de pastas de dientes fue cuando añadieron sabores como menta y hierba buena a sus productos, esos sabores no mejoraban la efectividad, pero creaban la sensación de tener la boca limpia”[5]. Esto demuestra que, muchas veces, el beneficio real está muy por debajo de la sensación que el ser humano quiere experimentar.
Ahora, ¿Qué relación tienen las artes marciales, iniciar el día de madrugada o generar hábitos como el lavado de dientes? Todas son consecuencia de una fuerza interior que nos impulsa a ser quienes queremos ser, a crecer en nuestra vida o, sencillamente, a lograr cumplir nuestros sueños. Y esa fuerza es lo que podemos llamar disciplina.
Hace poco, experimenté un gran desafío, postular a una especialidad primaria. Fue un proceso largo y sacrificado, pero también entretenido. Sin duda, basado en un método muy estricto. Todo lo anterior, traía consigo dos posibles resultados: “bienvenido” o “inténtelo nuevamente”. Sin embargo, el esfuerzo personal, profesional y, sobre todo familiar, convergieron en la necesidad de que fuera “una vez y bien”. Para este proceso, la premisa siempre fue que “las cosas pasan por consecuencia” y la vida nos prepara de diferentes formas para adoptar los desafíos. En mi caso, las artes marciales me entregaron, desde los ocho años, un método para afrontar las adversidades, por muy difíciles que parecieran, y ese método siempre se basó en la disciplina. Por ello, y sin importar los resultados individuales, les entrego tres consejos que rodean el concepto de disciplina y que a mi juicio, todo militar debe, a lo menos, conocer:
- Levantarse temprano: Son innumerables los estudios que señalan los beneficios de madrugar e iniciar el día de forma sana, ya citamos anteriormente un autor en esta materia. Sin embargo, levantarse temprano es más que solo un hábito; es la primera gran batalla que debemos enfrentar en el día y la libramos contra nuestro rival más poderoso: nosotros mismos.
- Diseñar una rutina diaria: Llamémoslo horario o planificación, el orden de las cosas es fundamental para cumplir nuestras metas, especialmente cuando el volumen de tareas es elevado. Un “sub-tip” para esto: empieza con lo más complejo. De esa forma, será más gratificante terminar con lo sencillo antes que termine el día.
- Medir el progreso: “Lo que no se mide, no se puede mejorar”[6]. Conocer nuestro progreso, o incluso si hemos retrocedido es clave en todo proceso. Solo así podemos identificar las debilidades de este. De lo contrario, caemos en el sesgo de pensar que haciendo lo mismo, mejoraremos “aunque sea un poco”.
Levantarse temprano y aprovechar cada segundo del día, ser ordenado y tener una rutina estructurada, además de medir periódicamente el progreso, puede llevarnos a conseguir metas que, al principio, pueden parecer muy lejanas o casi imposibles. Si a lo anterior le agregamos un poco de “menta”, como a la pasta de dientes (es decir, sensaciones de satisfacción y motivaciones), estaremos rodeándonos permanentemente de pequeños logros que, en su conjunto, harán más llevaderas las aspiraciones que la vida nos presente.
Finalizo recordando la frase del epígrafe “La disciplina tarde o temprano, vencerá a la inteligencia”. Para cumplir las metas no es necesario tener talentos extraordinarios que nadie más posea. La disciplina, es un camino accesible, constante y transformador. Esa disciplina, es la voluntad de cada uno y puede convertirse en nuestro “superpoder”.
[1] https://www.rae.es/diccionario-estudiante/disciplina
[2] Robin Sharma. El Club de las 5 de la Mañana: Controla tus mañanas, impulsa tu vida (Harper Collins, 2022), 269.
[3] https://www.rae.es/diccionario-estudiante/hábito
[4] James Clear. Hábitos Atómicos: Un método sencillo y comprobado para desarrollar buenos hábitos y eliminar los malos (Paidós, 2023), 223.
[5] James Clear. Hábitos Atómicos: Un método sencillo y comprobado para desarrollar buenos hábitos y eliminar los malos (Paidós, 2023), 226.
[6] Frase atribuida a Peter Druker, consultor y profesor de negocios, tratadista y abogado, considerado el mayor filósofo en el ámbito de la gestión y administración.