Cuicos, flaites y rotos chilenos

“Chile, una larga y angosta faja de tierra

Esta frase, esta arraigada en nuestro inconsciente colectivo desde la infancia, no solo refleja nuestra identidad geográfica, sino también nuestros profundos contrastes sociales. Desde una perspectiva más distante (porque juráramos defender a todos los chilenos), los militares observamos cómo se utilizan clasificaciones binarias como: izquierda o derecha, facho o comunista, creyente o ateo, rubio o negro, cuico o flaite, entre otras. Estas etiquetas no sólo nos diferencian, sino que también segregan a aquellos que, a pesar de ser compatriotas, son vistos como alienígenas al grupo.

Como es sabido, las instituciones de la Defensa Nacional están integradas por una representación completa de chilenos, de todo el espectro social y geográfico. En particular, en nuestra institución no existen diferencias, porque estamos comprometidos con un bien superior, la defensa de nuestros compatriotas para que puedan vivir en paz. Desde nuestro punto de vista, en muchas oportunidades observamos con tristeza esta desdichada característica de polarización social y cultural de quienes juramos defender hasta la muerte si fuese necesario.

De manera muy simplificada, en Chile se utiliza el término “Cuico” para referirse a personas de clase alta con alto poder adquisitivo, mientras que “Flaite” se refiere a individuos de clase baja con hábitos que podrían llegar a ser delictivos. Estas clasificaciones despectivas están cada vez más extendidas y pareciera que no hay término medio; se nos cataloga como uno u otro. Incluso quienes se identifican como clase media a menudo son etiquetados como más cuicos o más flaites que los demás.

Rafael Echeverría, en su “Ontología del lenguaje”, sostiene que el lenguaje es lo que nos hace humanos. A su juicio, el lenguaje es la clave para comprender los fenómenos sociales; nos define como personas, construye nuestra realidad, refleja nuestros valores, actitudes y cómo enfrentamos la vida. En consecuencia, quizá esta constante clasificación dicotómica, es la que nos perpetúa como una sociedad polarizada.

Lo cierto es que la práctica de separarnos en cuicos o flaites solo genera división en quienes hemos jurado proteger. Nadie decide donde nace, pero sí, cada uno es responsable de lo que hace con su vida y cómo crea su realidad, incluso en los más complejos contextos sociales. Indudablemente, en toda sociedad existen diferencias, pero la realidad y la identidad nacional la moldeamos nosotros con nuestro lenguaje.

Hasta ahora, pareciera una crítica social, tan altruista como utópica, pero es un hecho que tanto cuicos como flaites han contribuido a construir nuestra patria. Por ejemplo, desde comienzos del siglo XX el “Roto Chileno” ha sido considerado una figura de identidad nacional y modelo de chilenidad. Hoy,​ ya no es considerado el flaite de antaño, sino un connacional famoso por ser valiente, orgulloso, alegre y “vivo”.

Más aún, la “chispeza”, viveza u ocurrencia para sortear un problema con genialidad, es una característica de la que cuicos y flaites se vanaglorian con orgullo. De hecho, en redes sociales los videos sobre “como encontrar chilenos alrededor del mundo”, vemos a compatriotas gritar en lugares turísticos: ¡Hay algún CTM por aquí! y escuchamos a otro chileno desconocido respondiéndole !Cállate CTM! Éstos, no han sido filmados precisamente por flaites.

El concepto de roto chileno une el alma nacional. Alma que aflora en momentos de extremos; en aprietos, como desastres naturales o en alegrías, cuando “la roja” juega (o jugaba) en la Copa América. Esta alma nacional, es la misma que ganó la guerra contra la Confederación Perú-boliviana venciendo en Yungay, el 20 de enero de 1839; Triunfo que consolidó la nacionalidad chilena al inicio de nuestra historia independiente y que, hasta hoy, se conmemora como el “día del Roto Chileno”, con una semana de fiesta en el barrio Yungay.

Se podría argumentar que los rotos chilenos de Yungay eran solo flaites de la época, personas humildes que fueron enganchadas por la leva y enviadas a pelear al norte. Pero lejos de eso, nuestra historia tiene numerosas epopeyas de cuicos. La batalla de Tacna durante la Guerra del Pacífico, fue una de las acciones más cruentas de la campaña, a esta acción bélica se le suele llamar “la batalla de los pijes”.

Entendiendo que los “pijes” eran los cuicos de la época, ellos se enrolaron voluntariamente para luchar por Chile, porque compartían la misma alma nacional. En Tacna, lo más selecto de la aristocracia se enfrentó heroicamente al enemigo y muchos perdieron sus vidas. El famoso Batallón Atacama, que combatió a la vanguardia chilena, sufrió bajas que llegaron al 47%. Es más, en la batalla de los “pijes”, fallecieron dos hijos del comandante del batallón, Coronel Juan Martínez Bustos. Walterio y Melitón Martínez, murieron en combate bajo las órdenes de su padre y comandante, dando sus vidas junto al famoso Capitán Rafael Torreblanca, quien fue inmortalizado por Jorge Inostroza en la magistral obra “Adiós al séptimo de línea”. La respuesta del Coronel Martínez Bustos, a las condolencias del General Baquedano por la muerte de sus hijos, es una historia que merece una publicación especial.

En definitiva, uno de los mayores aportes de las instituciones militares a la identidad nacional, es el hecho de eliminar toda discriminación y diferencia en sus filas. En nuestro país, cuicos y flaites deberán enfrentar juntos los desafíos del futuro para vivir en paz, para ello, debemos crear una realidad menos polarizada y dicotómica. Quizá, no hemos sido capaces de traspasar esta lección a las nuevas generaciones, como lo hicieron quienes lucharon por nuestro territorio en Yungay, Tacna y tantas otras batallas, o quizá, el “pago de chile” que le dimos a nuestros veteranos nos persigue como un karma. Hoy, es absurdo quedarnos en la forma del lenguaje binario, cuando nuestra identidad nacional, el futuro, la felicidad y la equidad que buscamos es un deber y responsabilidad colectiva. Todos, absolutamente todos, de cuicos a flaites, somos responsables de construir una patria mejor, porque en el fondo, todos somos rotos chilenos.

2 thoughts on “Cuicos, flaites y rotos chilenos

  1. Y ojalá esto lo leyeran y entendieran todos los personajes que se llenan la boca hablando de las fuerzas armadas, y la gente en general.

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