Consejos para fortalecer el espíritu de cuerpo en la unidad

En los ejércitos del mundo existe una idea mágica, que todo militar servidor de su país comprende. Es un concepto común que viaja y representa a todo soldado de diferentes naciones, uniéndolos a través de la distancia. Este concepto común, es el “espíritu de cuerpo”, pero más importante que saber su significado, es saber, cómo se puede formar en nuestras unidades, para así lograr en la fuerza, verdaderos equipos de alto desempeño, dispuestos a dar la vida por el logro de un objetivo. Esto no solo implica que los integrantes de la unidad estén dispuestos a morir por la patria, si no también, a entregar todas sus capacidades, talentos y virtudes en pos del cumplimiento de una determinada tarea.

El espíritu de cuerpo, que es una responsabilidad del comandante, se define como el “Afecto común. Aquel que deben sentir los soldados por la unidad a la que pertenecen, que los lleva a trabajar en armonía y en comunidad de propósitos y fines”. En este contexto, el objetivo de esta columna es proponer cómo mejorar el espítiru de cuerpo de una unidad a través de dos acciones concretas: 1) Exponer a la unidad, al sufrimiento colectivo compartido periódicamente y 2) realizar actividades de conocimiento mutuo.

En primer término, el sufrimiento colectivo, es hacer vivir experiencias comunes a la unidad junto al comandante. El sufrimiento compartido con el comandante logra formar y sellar en los hombres la virtud del espíritu de cuerpo en su unidad. Es importante señalar que esta debe ser planificada e incorporada en los programas de entrenamiento de las unidades. Esto, debido a que un comandante debe generar desafíos y causar estrés positivo en sus subordinados; pues, uno de sus roles es elevar la autoestima de los integrantes de la unidad, a través de la asignación de responsabilidades desafiantes, refuerzo positivo y la aceptación de errores. De esta manera, permitirá que se cultive esta virtud colectiva llamada “espíritu de cuerpo”.

El sacrificio compartido, no necesariamente se logra siempre en terreno. Se puede alcanzar a través de desafíos planificados por el comandante, una tarea administrativa exiegiente, una instrucción compleja, un entrenamiento riguroso, una revista y presentación de la unidad, una ceremonia, o cualquier tarea que demande una experiencia común de sacrificio colectivo, vivida y liderada por el comandante. Lo ideal es que esa experiencia sea lo más cercana a la labor principal de la profesión militar “la defensa” y del tipo de unidad y función que cumple, porque extraerá lo mejor de cada integrante y del colectivo.

En esta misma lógica, la historia demuestra claramente en distintos conflictos armados, que los reemplazos que se realizaban en combate y se integraban a unidades de primera línea sin haber pasado por un proceso de formación y experiencias compartidas con las unidades y equipos ya establecidos, no lograban la integración necesaria para operar como un grupo primario. Esta realidad generaba mayores índices de bajas, afectando en mayor medida la eficiencia de combate de la unidad. A diferencia de esto, las unidades que eran extraídas del frente en su totalidad y se sometían a procesos de reentrenamiento con nuevos reemplazos en la retaguardia, lograban generar experiencias compartidas de sacrifico colectivo, lo cual fortalecía el espíritu de cuerpo y mejoraba la eficiencia de combate de la unidad una vez que volvía al frente.

En segundo término, el conocer al personal y que ellos se conozcan entre sí, permite vivir y construir el espíritu de cuerpo en la unidad. Para ello se deberá generar e invertir tiempo de manera periódica, para que los integrantes de la unidad puedan compartir y conocerse, siguiendo la idea de: ¿Cómo llegaré a querer a alguien, si no lo conozco? Esto es igual cuando una persona se enamora y llega a tomar la decisión de contraer matrimonio. El vínculo se logra debido a que conoce a la otra persona y ahí toma esa decisión. El mando deberá estar ocupado de que sus subordinados se conozcan y eso lo incluye a él. Es decir, el comandante debe conocer a su gente y que lo conozcan a él también. Para lograr esto, no es necesario esperar a las típicas actividades de fin de año, ya que esto  sería tarde. En la simpleza está el éxito, por lo que el comandante podrá tomarse un café en el día y conversar sobre las vidas de ellos, hacer actividad física diaria, almorzar una o dos veces por semana juntos, compartir una ración de combate en terreno bajo una red mimetismo, celebrar cumpleaños, aniversarios de armas, nacimientos, entre otras iniciativas. Sin embargo, es después de una actividad de experiencia de sacrificio colectiva, cuando más se conoce la gente y se afiata la unidad. Por tanto, una vez finalizada cualquier actividad de estas, el comandante debería sellarla con una actividad de camaradería. Esto genera la segunda parte del aprendizaje, ya que saldrán a relucir y pulir todas aquellas bondades del “espíritu”, la parte emocional de cada integrante. De esta forma, se afiatarán, el individuo se sentirá parte de algo grande, de una familia, en donde se siente seguro y protegido, con la convicción de estar construyendo un propósito común.

Finalmente, sin espíritu de cuerpo, se puede cumplir con las tareas y ser eficaces, no invertir tiempo en las personas, no planificar desafíos, ni tampoco sacrificios colectivos. El comandante si no quiere participar, puede no hacerlo, pero tiene que ser conciente que su unidad no se comportará como tal. Sus subordinados serán infelices, incluso desleales. Todos los días querrán irse de su unidad y estar lejos de su comandante, ya que no existirá la confianza para solucionar problemas reales de fondo, y peor aún, no estará cumpliendo con transmitir el sentido de lo que juró un 9 de julio alguna vez como soldado respecto a “dar la vida su fuese necesario”. Esto, debido a que los integrantes de la unidad no se verán representados en ella y no tendrán cariño por su mando. Los comandantes que puedan tener la capacidad, voluntad y el arte de mezclar ambas “espíritu y cuerpo”, lograrán el éxito de haber formado grandes unidades, que servirán y entregarán lo mejor de sí ante cualquier desafío impuesto. Junto a ello, se formará una amistad y lazos de hermandad para siempre, que los llevará a enfrentar la muerte el día que la patria se los exija.