¿Qué se siente?

No lo sé… Bueno, quizás si, pero no estoy seguro cómo decirlo. Es un cúmulo de emociones difíciles de identificar… Veré que puedo hacer:

Quizás hay un dejo de temor a que algo no salga bien ya que son muchas cosas las que pueden pasar. ¿O será más bien un poco de incertidumbre? Capaz que sean ambas cosas a la vez.

De seguro hay ansiedad. Nos hemos preparado mucho para ese momento por lo que debe ser similar a “la previa” del partido de fútbol que ha requerido tanto entrenamiento o ese examen que ha demandado tanto estudio. Las preparaciones, como le llamamos los militares a los ensayos de los desfiles, son normalmente bien extenuantes, tanto por lo extensas como por la intensidad de cada repetición. Entonces, el momento que se está por vivir debe dar cuenta de todo el sacrificio que ha significado pasar varios días en preparaciones.

Pero sabes, las emociones más intensas son otras. Primero está el sentido de camaradería. Somos muchos los que, uno al lado de otro, damos forma a la unidad que desfila. La individualidad no cabe acá ni siquiera para el tambor mayor, quien, con su porte y destreza, no hace otra cosa que dirigir a la banda de guerra que en conjunto con la banda instrumental, hacen retumbar los corazones de quienes marchamos y de quienes asisten a presenciar el desfile. El esfuerzo individual sólo cobra sentido cuando se encuentra con el esfuerzo de los otros integrantes de la unidad, para demostrar que todos quienes formamos parte de ella somos un solo cuerpo armado.

Pero esto de la camaradería es mucho más profundo de lo que parece. Junto a ella normalmente se desarrolla el espíritu de cuerpo, que puede ser entendido como el afecto que se tiene por la unidad a la que se pertenece. Así, la camaradería y el espíritu de cuerpo quedan en evidencia cuando la unidad se presenta en buena forma y los asistentes al desfile lo notan. Esto normalmente se traduce en aplausos espontáneos fruto de la emoción de ver a soldados unidos, disciplinados y gallardos luciendo sus uniformes.

Si seguimos escarbando en esta dimensión, nos encontramos con que la camaradería y el espíritu de cuerpo son también fruto de una diversidad poco común. Las unidades que desfilan reúnen a personas de todos los rincones del país. La variedad geográfica es muy compleja ya que incluso aquellos que provienen de una misma región o provincia en particular, normalmente pertenecen a comunas diferentes y por lo tanto a realidades disímiles. Así, durante los descansos entre pasada y pasada, se escuchan historias del norte, centro y sur de nuestro país, las que también desfilan, pero en silencio, mudas e invisibles, pero también susceptibles de ser percibidas por los más agudos.

Esta particularidad de quienes integramos las filas del Ejército de Chile, implica también la convivencia de personas provenientes de diferentes colegios, estratos socio económicos, etnias, estructuras familiares o con distintas orientaciones sexuales, políticas o religiosas. Lo que pocos saben respecto de estas diferencias es que la rigurosidad y el sacrificio propio de la formación militar que se evidencia en un desfile, hacen que estas diferencias pasen a segundo o tercer plano y se subordinen a un interés común; servir a Chile con la condición de estar dispuesto a rendir la vida si así lo requiere el cumplimiento del deber. Entonces, cuando desfila un grupo de personas completamente distintas entre sí, se transforman en un solo ser… La unidad de formación.

Casi al finalizar creo que, junto a estas emociones está sin duda el sentido del deber militar. Allí, en una formación en la que primero se puede estar largos minutos bajo el sol abrazador del norte, resistiendo el viento o el frío de la montaña o quizás firmes bajo la lluvia, somos capaces de sobreponernos a la incomodidad del equipo y al cansancio, para demostrar la disciplina y el sentido del deber de la unidad frente al público presente. Por eso no nos movemos, por eso a veces algunos caen desmayados, porque tenemos la misión de presentarnos de la mejor forma posible frente a las autoridades y a la sociedad a la cual nos debemos.

Y si tuviera que resumir todo en una sola emoción sería el orgullo… Si. Orgullo. Esto creo que es lo que más se siente al desfilar en la Parada Militar. El orgullo de pertenecer a una Institución fundamental de la República, de tener camaradas con los que sufrimos el rigor de la vida militar, de pertenecer a una unidad conformada por personas muy diversas pero unidas por el sentido del deber que nos impone la carrera de las armas y la propia motivación de servir a Chile desde las filas de su Ejército.

Feliz día de las Glorias del Ejército.

 

Fuente de la imagen: Página web del Ejército de Chile (https://www.ejercito.cl/prensa/visor/gran-parada-militar-2022)

 

2 thoughts on “¿Qué se siente?

  1. Feliz y gran presentación Sr. director.
    Mis felicitaciones y gracias por su profesionalismo.
    Favor haga extensivo estos sentimientos a sus cuadros de apoyo.
    Gracias
    Dr. fu

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