El bien entendido mando paternalista

Es recurrente escuchar que los mandos no deben ser paternalistas con sus subordinados, porque la sobreprotección del personal pareciera anular la acción de mando y particularmente, la acción disciplinaria. Otros, por ejemplo, afirman que -por ser sobreprotector- puede limitar la autonomía y la capacidad de toma de decisiones de los subordinados, afectar negativamente su motivación, generar una dependencia excesiva o debilitar su capacidad para desarrollar habilidades de liderazgo propias.[1]

El mando paternalista ha sido teñido -por años- de un aura negativa que, particularmente los mandos militares pareciera que debiesen evitar. Si lo paternalista se refiere a la figura del padre, para mí no tiene puntos oscuros. Evidentemente, depende de la visión de padre que cada uno tiene, pero curiosamente, siempre se analiza este tipo de mando desde la perspectiva de un padre abusador, autoritario, sobreprotector o falto de carácter.

Mi visión es antagónica (quizás derivada de la visión que tengo de mi propio papá). Me propongo entonces analizar el mando paternalista desde otra perspectiva que, en definitiva, me hace concluir que, bien entendido, el mando paternalista es congruente con lo que el Ejército necesita de sus comandantes.

Resulta imprescindible ver qué características debería tener un buen padre para que, a partir de esa perspectiva, proyectar cómo se debería entender el mando paternalista. No quiero hacer de este análisis un relato religioso, pero creo útil utilizar la Biblia para esta reflexión, ya que es un texto cuyos principios valóricos son ampliamente aceptados y, por lo tanto, es un escrito que nos entrega rasgos válidos que pueden orientar nuestro razonamiento. En revisión rápida de ella, se indica que un buen padre:

1. Enseña al niño el camino correcto (Proverbios 22,6). Para el caso militar, el comandante debe posicionarse frente a su gente como su instructor por excelencia, el que marca la ruta, entrega conocimientos, experiencia y rigurosidad en el entrenamiento para permitir a sus soldados el sobrevivir y prevalecer en nada más ni nada menos que la guerra.

2. Ha de ser ejemplo (Timoteo 4, 12). En esto -creo- no hay discusión. El comandante debe ser el ejemplo para su unidad, lo que exige su integridad[2]  en todo momento y es especialmente para los militares un elemento multiplicador positivo para la acción de mando y el liderazgo.

3. Aporta lo que necesita la familia (1ra Timoteo 5,8). El comandante junto con exigir y ser riguroso en la formación de su unidad, debe velar por sus necesidades, lo que no se circunscribe a lo material (que es importante), sino que también abarca sus necesidades personales, espirituales, de amistad profesional y de cercanía con su gente.

4. Los buenos padres imparten disciplina a sus hijos (Proverbios 13, 24). Este aspecto -a mi juicio- es el que parece estar en mayor cuestionamiento en el ámbito militar. Sin embargo, es evidente que un buen padre debe propiciar la disciplina, exigir hábitos, fijar rutinas y también, castigar cuando sea necesario. Aquí un aspecto relevante: el castigo debe ser el justo y preciso para reprender, mejorar la conducta y propender al aprendizaje, no buscar el escarmiento ni desatar su enojo por las faltas. ¿Acaso eso no es congruente con nuestro Reglamento de Disciplina?

5. Los padres comparten tiempo con sus hijos (Deuteronomio 6, 6-9). Otro aspecto deseable entre los comandantes, que deben compartir con su gente en contextos diversos que van desde las vicisitudes del combate hasta una buena cerveza, para propiciar el acercamiento, enseñar en todo momento y lograr una sincera amistad profesional (termino militar que es análogo a la amistad de un padre con sus hijos. Un padre debe buscar una amistosa relación con sus hijos, pero no debe desear ser como otro amigo, sino siempre mantenerse como un padre), que facilite la confianza y las conversaciones difíciles.

6. Nunca rendirse a lo que toca a sus hijos (Lucas 15, 20-24). Los comandantes deben estar predispuestos a admitir a sus subordinados, aunque hayan cometido errores, lo que no significa renunciar a la acción disciplinaria, sino más bien a la idea de instruir, disciplinar, exigir que rindan cuentas, administrar justicia y con ello, esperar el cambio de actitud y seguir combatiendo juntos.

Con estos ejemplos (que seguramente serán solo algunos de los que podrán encontrar en la Biblia u otros textos), se comprueba que, el mando paternalista, bien entendido bajo las premisas positivas que tiene la visión de un buen padre, es precisamente lo que el Ejército necesita de sus comandantes. Me atrevería a decir que sobre todo con los soldados conscriptos o gente más joven, que requieren de mayor guía, enseñanza, compañía y son más susceptibles a cometer errores.

Comandantes, no tengan temor a ser paternalistas con su gente, ejerciendo el mando como un buen padre, que busca formar gente buena, disciplinada y útil a los propósitos de nuestro Ejército, la sociedad a la cual servimos y los valores militares de nuestro Ethos Militar.

 

 

  1. Villar,          B.       (13     de Agosto     de 2024).      Blog Espacio Liderazgo.     El Liderazgo  Paternalista: https://liderazgo.space/liderazgo-paternalista/
  2. Hacer lo correcto, aunque nadie te esté mirando.

 

One thought on “El bien entendido mando paternalista

  1. Si bien el término “paternalismo” tiene una connotación peyorativa en español, la extensión de la autoridad y la protección paternas a la función militar parece ser adecuada a la psicología colectiva de gurpos bajo presión. En su texto “Psicología de las masas y análisis del yo”, Sigmund Freud aventura la hipótesis de que los mandos militares basarían su liderazgo en la encarnación viva de una figura paterna inconsciente: “En en lazo que uno a cada individuo con Cristo hemos de ver la causa que une a los individuos entre sí (…) Análogamente sucede en el ejército. El jefe es el padre que ama por igual a todos sus soldados, razón por la cual estos son camaradas unos de otros. Cada capitán es el general en jefe y el padre de su compañía, y cada suboficial, de su sección”. Interesante reflexión para pensar en los límites y aciertos que implica encarnar una figura paterna para las unidades.

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