Hace un par de años y mientras me preparaba para disfrutar de un merecido fin de semana, escuché la siguiente frase: “Recuerden jóvenes, la última está demás”. Derivado de mi inmadurez y falta de experiencia, pensé que se trataba del típico consejo previo a un despacho franco que busca advertir a jóvenes impetuosos sobre el consumo de alcohol. En otras palabras, pensé que se estaba refiriendo a esa última piscola[1], que luego de ser consumida, nos hace perder el control de nuestros actos y que pone en riesgo nuestros futuros fines de semana en libertad. Sin embargo, el mensaje, me invitaba a reflexionar sobre aquel momento en el cual, por no conocer los límites, tomamos decisiones que pueden traer consecuencias negativas, no solo de manera individual, sino para nuestro equipo y para el cumplimiento de la misión.
Hoy, con bastante más experiencia, me he podido dar cuenta que el conocer los límites en los cuales no desenvolvemos es parte fundamental para el logro de los objetivos trazados para la unidad. Estos lindes no son sólo los propios, sino que incluyen los de la organización en su conjunto y del entorno donde se desarrollan las acciones. Por lo tanto, la madurez, el entrenamiento y la preparación profesional son elementos claves para conocer los parámetros en los que nos desenvolvemos. Esto es relevante, porque al actuar dentro de las marcas establecidas nos evita enfrentar las consecuencias de nuestros actos y decisiones que nos conducen a situaciones donde no podemos influir o mantener bajo control.
Desde el punto de vista de los límites personales, la madurez y la experiencia, son primordiales para saber hasta dónde puedo llegar. Pero ¿cómo poder saber cuáles son mis límites? Una respuesta podría encontrarse al someternos a desafíos en diferentes áreas. La carrera militar ofrece oportunidades para probar nuestras capacidades y está en nosotros aprovecharlas. No hablo sólo de los cursos de combate, sino de cualquier tipo de actividad relacionada con los ámbitos del saber, ser y hacer. Esto es importante pues al saber cuáles son mis límites en ciertas materias o temas, estoy más abierto a escuchar y tomar en cuenta las asesorías del personal que sabe. Así también, el conocer mis límites físicos me permite saber qué es lo que soy capaz de realizar y no pongo en riesgo mi integridad ni el cumplimiento de la misión al llegar más allá de los límites. Esto no es fácil, pues el reconocer las limitaciones frente a los subordinados requiere madurez profesional, sin embargo, evita consecuencias catastróficas para todos los involucrados. De esto se deriva entonces, que también debamos conocer los límites de mi unidad o equipo.
Para conocer los límites del equipo se necesita un entrenamiento realista, riguroso y relevante. Esto lo señala la doctrina y debe ser de manera individual y colectiva. Lo anterior, permite saber cuánto puedo exigir a cada individuo y también a la unidad en su conjunto. Una vez conocido estos límites, voy a poder tener una marca de referencia hasta donde puedo llegar con la organización. Esto es importante, pues en la medida que conozco estos límites puedo, por un lado, buscar superarlos y por otro, no entregar tareas y/o responsabilidades a subordinados que vayan más allá de sus capacidades. Del mismo modo, al saber que puede hacer o no mi unidad, tengo las herramientas de juicio para determinar si exponerla a riesgos que se pueden asumir. Ir más allá de los límites de la gente inapelablemente los conducirá al fracaso en un entorno que también nos impone ciertas condicionantes.
El entorno, tal como se señala, también nos impone límites y la preparación profesional nos permite conocerlos y, por consiguiente, actuar dentro de ellos. Esto se puede observar en las operaciones militares distintas a la guerra que se encuentran circunscritas en un marco legal que las regula y que determina qué acción se puede realizar por parte de las fuerzas militares. Por lo tanto, el estar en conocimiento de las implicancias que estos marcos regulatorios tienen sobre nuestra unidad, nos ayuda a determinar qué podemos o no podemos realizar. Esto se aplica también, en situaciones de combate. Por ejemplo, el conocer la cultura, historia, las características sociales del adversario nos ayudarán a determinar qué barreras no debo cruzar porque podrían generar efectos contradictorios. Un ejemplo de esto es que, las Fuerzas de Defensa de Israel están limitadas en emplear mujeres como soldados de primera línea producto de la cultura árabe. Esto se deriva de las experiencias en la guerra de 1948, donde los combatientes palestinos, por su cultura, preferían luchar con mayor ferocidad y hasta la muerte, en lugar de rendirse frente a soldados femeninas.
Finalmente, el conocer hasta dónde soy capaz de llegar, cuánto exigir y cómo actuar depende de la madurez, experiencia, entrenamiento y preparación profesional. Esto es sin duda, clave para lograr los objetivos individuales, del grupo y por, sobre todo, en el cumplimiento de la misión. Por lo tanto, si logras conocer bien tus límites, la última no necesariamente está demás.
[1] Piscola: Brebaje tradicionalmente consumido en Chile. Está compuesto, normalmente, por 1 parte de Pisco y 3 partes de refresco de cola. Dentro de los efectos producidos luego de su consumo se encuentran, entre otros: el aumento de la autoestima, de la elocuencia, del ritmo, de la belleza, del arrojo y del valor. Sin embargo, consumida en exceso trae consecuencias catastróficas tales como, no llegar a diana, sentirse morir, pedir matrimonio a un desconocido (a), bailar como si nadie te viera, ser agredido (a) en Bellavista y cantar himnos militares en estaciones de servicio.
Aspirante a bloguero, que cree fehacientemente que en la discusión está la luz…