El Sueño del Héroe

El sueño del héroe, es ser grande en todas partes y pequeño al lado de su padre.

Víctor Hugo

 

Abrazando a sus piernas sudorosas, de regreso de un trote por las pampas desérticas de Chacalluta. Así es como lo recuerdo. Alto, delgado, resuelto, alegre, bondadoso y honesto. Besando aún jadeante, a mi madre, con quien lo esperábamos irrenunciablemente en el dintel de la puerta. Así recuerdo a Aquiles Gloffka Reyes, Coronel de Carabineros de Chile, nuestro padre.

Como comprenderán, no es tarea fácil escribir sobre nuestro propio padre, porque corremos el riesgo de perder objetividad y enredar los hechos con los sentimientos. Pero no seré ambiguo, no correré ese riesgo, simplemente seré parcial, perderé la objetividad y haré una mixtura de hechos e impresiones de sus logros deportivos y profesionales, con cómo vivimos cada momento junto a él y de manera inevitablemente, junto a los Carabineros, desde el norteño poblado de Putre hasta el austral Chile Chico.

Como muchos de ustedes, mis papás formaron una familia que está compuesta por mi mamá Gladys, un ejemplo de abnegación y renuncia; ella dejó sus estudios universitarios cuando en Chile las mujeres recién se abrían paso en ese mundo, por acompañar hasta el día de hoy a un, en ese tiempo, impetuoso y disperso subteniente. Tal vez ella no lo sabe, pero ese acto de amor, es algo que muy en silencio, todos sus hijos valoramos. Ella es el pilar de la familia, con sus silencios, sus palabras precisas, y su cariño inacabable, luego estamos los tres hermanos, todos oficiales de Ejército, todos retirados al igual que nuestro papá. Sin duda que, a la hora del resumen, del balance, la familia es el principal logro que él tiene.

Mi recuerdo de él luego de correr no es azaroso. Mi papá se destacó en dos deportes muy afines: esgrima y pentatlón moderno, aunque su deporte base, por así llamarlo, era este último. Fue en este deporte, en donde Aquiles Gloffka fue campeón de Chile desde el año 1963 a 1970.

También destacó en esgrima, particularmente en el arma de espada, deporte en donde pudimos competir juntos, cuando el bordeaba los 50 años y yo lideraba el ranking nacional respectivo. En este deporte, junto con ser Campeón Nacional en una oportunidad, fue Presidente de la Federación Chilena de Esgrima los años 1987 y 1988, fue jefe de la delegación nacional en competencias internacionales. Recuerdo especialmente el Sudamericano Militar realizado en la Escuela Naval peruana, ubicada en La Punta, Callao, en donde dentro de los competidores estábamos dos hijos de Aquiles Gloffka Ovalle, quien era nuestro jefe de delegación y donde obtuvimos el primer lugar. No puedo dejar de mencionar su designación como abanderado de la delegación chilena durante los juegos olímpicos de Tokio de 1964, sumando su nombre a los 21 grandes deportistas que han tenido este incomparable honor, desde la instauración de los juegos olímpicos modernos en 1896.

Como mencioné, a mi papá y a nosotros por añadidura, le tocó recorrer gran parte del territorio nacional. El primer lugar que recuerdo, aunque vagamente, es aquel con que inicié este relato: Chacalluta. Luego estuvimos en Putre, en donde sólo recuerdo que inicié un incendio en una de las casa con techo de paja, el que además del gran susto, no pasó a mayores. Desde el norte de Chile viajamos a la Tenencia de Cerrillos, a fines de los sesenta y comienzos de los setenta. Al cabo de dos años, nuestro destino fue Rapel, lugar donde comencé a asistir a la escuela en los primeros años de enseñanza básica. Luego, dejamos la zona huasa de Rapel en donde también estuvimos por dos años y llegamos al Grupo de Instrucción de las Rocas de Santo Domingo, unidad que nos permitía jugar y observar la instrucción que realizaban quienes serían los futuros Carabineros.

Pasado un tiempo y con el grado de grado capitán, mi papá fue destinado a la Tercera Comisaría de Chile Chico, en donde vivimos gran parte de nuestra infancia, entre soleados veranos y nevosos inviernos, acompañados siempre de un infatigable viento. En este lugar ejerció además como Gobernador Provincial y realizó varias pequeñas proezas, como bordear montado el Lago General Carrera, liderando una patrulla de Carabineros. Terminado el periplo por la patagonia chilena y luego de ser aceptado en el Instituto Superior de Carabineros, hoy llamado Academia de Ciencias Policiales, llegamos a Santiago y luego de dos años volvimos al peregrinaje siendo nuestro la Tercera Comisaría de El Salvador, en la Tercera Región. Fue estando en ese destino que fui aceptado en la Escuela Militar y al año siguiente sería aceptado mi hermano por lo que no continuamos acompañándolo en sus destinos que luego fueron la prefectura de Los Ángeles y finalmente Santiago, en donde ya retirado continuó ligado a su institución desempeñándose como profesor de esgrima por diez años en la Escuela de Carabineros.

Hoy, con ocho nietos y una bisnieta, su principal pasión sigue siendo la lectura; la colección de miniaturas militares y vivir la vida.

Como me propuse inicialmente, esta reseña de Aquiles Gloffka Ovalle es un pequeño homenaje a mi padre y a través de él, a todos quienes combinan la carrera de las armas con ser padre, labor que demanda sacrificio y abnegación y por lo que hoy se les celebra.

Es por eso que hoy, honramos a todos los padres y a las figuras paternas que han marcado nuestras vidas, desde los que estuvieron presentes en cada momento hasta aquellos que quizás no pudieron estar tan cerca pero igualmente dejaron huellas profundas. Cada uno de ellos ha tenido un papel crucial en moldear quienes somos hoy, en nuestros éxitos y en nuestras aspiraciones. Que este día sea un recordatorio de lo invaluable que es su influencia en nuestras vidas. 

Feliz día del Padre