En toda unidad existe un número pequeño que, con sus acciones, afectan lo más valioso que debemos cuidar: la moral de nuestra tropa. Me refiero a los adulones, sobones, lambiscones, cameladores o como quieran llamarlos. Un adulón es de los seres más despreciables que se pueden encontrar en una unidad cualquiera sea el tamaño de esta, estos seres son conocidos también con otros epítetos[1] muchos más procaces, pero que son de uso común.
El adulón es aquel miembro de una unidad, servil y ruin[2], que trata por medio de sus lisonjas[3] obtener algún beneficio de su superior, incluso este beneficio podría ser solo ganarse el afecto y estima de sus superiores. Un adulador normalmente no tiene escrúpulos[4] y pasara a llevar a sus propios compañeros de armas para lograr su fin. Otros son aduladores como una forma de supervivencia y en cada elogio a su superior se esconde, soterradamente[5], su ineficiencia e ignorancia, erosionando las relaciones entre los miembros de la unidad. La adulación es para ellos, la única herramienta a la que pueden acceder para obtener sus objetivos o sobrevivir. Así las cosas, nada mortifica más a los integrantes de una unidad que tener en su equipo un miembro que recurre a la adulación hacia el comandante o incluso sus pares como forma supervivencia, ocultar sus debilidades o sencillamente para trabajar menos y aun así estar bien evaluado.
Pero el problema no es solo la existencia de aduladores, sino también los comandantes que no les ponen freno, y si bien es cierto que es difícil detectarlos, al menos inicialmente, porque siempre se presentan como profesionales dedicados y abnegados, no lo es en menor media el hecho que este tipo de personas no surge de la nada, es decir, y dicho en términos coloquiales la culpa no es del chancho sino de quien le da el afrecho, refrán popular que recalca la responsabilidad de quien permite que se haga un mal, y muchas veces es el propio comandante o superior quien precisamente es el que alimenta al porcino, porque se rodea de adulones como una forme de alimentar su ego y porque es muy cómodo para un mando mediocre, comandar subordinados sin carácter, sin capacidad crítica, que en todo momento ensalcen[6] sus decisiones o que sean los conocidos yes man, que son personas que a todo dicen que sí, tanto a sus superiores como a sus pares con el fin de no quedar en evidencia, o parecer eficientes, o sólo por el simple hecho de ser colaboradores. Las acciones de este tipo de personas no dejan ver los reales problemas a los que se enfrentan en determinados momentos las unidades, y la motivación en muchas ocasiones obedece a que a los comandantes no les gustan que los contradigan o no están acostumbrados a escuchar opiniones distintas a las propias. Esto obviamente, inhibe cualquier atisbo de discusión profesional, pero por sobre todo priva a esa unidad de explorar nuevas ideas las que a la larga permiten enriquecer cualquier curso de acción o tarea asignada.
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Lamentablemente este tipo de persona cuando busca ganar la voluntad del superior para algún fin, normalmente espurio y deleznable, porque siempre es para beneficio propio y no del conjunto, lo hacen haciendo uso de la adulación o lisonja, con el fin de agradar y ganar su favor. No seremos tan pretenciosos ni miopes de pensar que este es un problema exclusivo de quienes están en la fila, pues de esta cualidad negativa han sido víctimas también a lo largo de la historia, monarcas, reyes, nobles, generales emperadores y un largo etcétera.
Es importante cuando se está en estos casos no irse a los extremos, ya que en ocasiones un reconocimiento por una tarea bien desempeñada, una muestra de compromiso superior o una conducta plausible y meritoria merecen un reconocimiento, pues refuerza una conducta y motiva a quien realizó la acción a continuar actuando del mismo modo y a la unidad entrega una sensación de justicia porque cuando un camarada se esfuerza y es abnegado, todos sus pares lo reconocen.
Que la adulación es una conducta degradante creo que no cabe dudas, la adulación, es uno de los defectos más indignos e innoble que puede habitar en un soldado y se relaciona muy de cerca con la hipocresía[7]. En realidad, lo que hace un adulador es tenderle una celada[8] al adulado, el adulador es una suerte de vendedor de autos usados pérfido, un parlanchín que trata de persuadir a su comandante haciéndose pasar por un profesional eficiente y sincero, cuando en realidad todo es un medio para lograr su fin. El adulador es un elemento peligroso porque si las cosas no le salen como había calculado, puede transformarse en el elemento desleal y desafecto de la unidad y con la institución. Ejemplos hay varios.
Asimismo, debemos entender que para que exista un adulador debe haber, necesariamente, un adulado que se lo permita. El adulador potencial es una persona con menor poder ante otra, que sería el adulado, es decir, y aunque sea una perogrullada, un subalterno será el adulador del superior. Obviamente el superior no ve o no quiere ver que, al adulador como tal, sino que prefiere pensar que es un profesional cuyos dichos son reales, y que los reconocimiento y halagos que realiza son genuinos, y que él como superior obviamente los merece. Esto ocasiona que la moral de la unidad se vea afectada pues en esta situación descrita, las víctimas son aquellos profesionales
que no está en el juego de adular a sus superiores y por el contrario trabajan abnegados y en silencio. Lamentablemente muchas veces el superior suele tomar más en cuenta las opiniones de los lisonjeros que de aquellos que mantienen una sana distancia con el mando y se comportan de manera profesional. Existen servidores públicos que adulan para ganar el voto de las masas, los vendedores para vender sus productos, los estafadores se valen de amaños[9] y elogios para embaucar a sus víctimas y en el plano militar suelen hacerlo para ganarse el afecto profesional de su superior sin ser digno merecedor de aquello.
Además de ser un tipo indigno y despreciable, el adulador normalmente tiene una baja autoestima, ya que en el fondo y en secreto, le gustaría recibir a él mismo esa adulación en la cual tanto se prodiga y esmera. En pocas palabras esta relación adulador-adulado tiene un doble efecto negativo, ya que por un lado quien es el adulado, para nuestro caso el superior, no se percata de su ego cada vez más inflado por la acción del adulador, y el adulador tampoco se da cuenta de la propia bajeza a que se somete con su conducta, la que, sin embargo, normalmente es evidente para la unidad a la que pertenece. Eso sí, el adulador normalmente no quiere ser reconocido como tal, porque sabe que culturalmente es una conducta censurable e indecorosa.
Pero ¿cómo enfrentamos a un adulón en nuestra unidad? Los expertos recomiendan:
- Sacarlo del foco:
Los adulones siempre usarán la falsa amabilidad y el exceso de halagos para lograr la aprobación del superior. Frente a esto, una estrategia es quitarles o disminuirles la atención y no darles protagonismo para que, de esta forma, dejen a un lado su modo meloso. Según los expertos esta estrategia inhibe[10] a los aduladores.
- Dar ejemplo.
Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra, nada enseña más que el ejemplo personal, y si usted piensa que para ganarse el afecto y estima de su superior debe apelar a la adulación, olvídelo y póngase a trabajar porque esta conducta puede ser imitada por su propia tropa.
- Agregue valor.
Una debilidad de los aduladores es que normalmente descuidan su trabajo por estar cerca de su comandante. Por esto una forma de inhibirlos es exigirle trabajos bien realizados y a tiempo, al igual que los demás miembros de la unidad, no hacer concesiones con este tipo de personas.
- ¿Qué pasó?
Entender qué motiva al adulador, pues detrás de este comportamiento puede haber personas que necesitan aceptación y reconocimiento. En este caso, usar la inteligencia emocional será la mejor herramienta.
Generar espacios de confianza, critica constructiva, debate franco y mirando a los ojos, es una excelente herramienta para restar protagonismo a los aduladores, genera cohesión y tener una unidad con lata motivación.
Notas al pie de página
[1] Expresión calificativa usada como como insulto.
[2] Vil, bajo y despreciable.
[3] Alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien.
[4] Duda o recelo inquietantes para la conciencia sobre si algo es bueno o se debe hacer desde un punto de vista moral.
[5] Esconder o guardar algo de modo que no aparezca.
[6] Alabar, manifestar aprecio o admiración.
[7] Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
[8] Engaño o fraude dispuesto con artificio o disimulo.
[9] Disposición para hacer con maña algo.
[10] Abstenerse, dejar de actuar.
Oficial de Ejército con mas de 30 años de experiencia, estudio de post grado en planificación estratégica. Interesado en las areas de administración, planificación estratégica, seguridad internacional y defensa. Autor de las novelas Nou se chilyen, Última misión al morro de Arica, La Dulce muerte.
Guedeon:
Hay dos elementos que estimo podrían complementar el artículo :
1. el adulón puede que no tenga conciencia de que está actuando como tal. Su experiencia de vida , ejemplos recibidos en su carrera y/o educación familiar podrian hacer que no se dé cuenta de lo errado en su comportamiento. Puede que para él, sus decisiones sean las correctas. De ahí la importancia de los pares en hacérselo notar y no caer en un juego de burlas y habladurías.
2. Qué pasa cuando el adulón es uno de los mejores elementos de la unidad ? Es siempre el adulón un hombre que no aporta y sólo piensa en beneficio propio ? Concuerdo plenamente en que la adulación es dañina y que los lambiscones producen, en general , más daño que bien . Pero nuestra vida está cargada de matices y tonos , por lo tanto un adulón podría tener elementos rescatables que , como dije entregan un beneficio para la unidad ( excepto a un par que conozco por ahí).
En todo caso , me gustó el artículo y el uso de la terminología .
Espero más artículos.
BZ
Respetuosamente,
Ernesto “Putnik” Cabañas.
Coincido con tu comentario, precisamente la idea del blog es esto, generar discusiones y en ningún caso tener la última palabra. Me parece que lo que mencionas es relevante y tal vez podrías motivarte en enviar un artículo abordando esos temas.