La Guerra de maniobras es el modelo táctico-operacional definido por el Ejército de Chile para la conducción de sus unidades. Dicho modelo requiere del ejercicio del mando tipo misión, el cual se caracteriza por fomentar la iniciativa de los subordinados para que estos puedan resolver en función de la intención de su escalón superior. Debido a esto, la proactividad, entendida como la capacidad de actuar con iniciativa, pasa a ser una cualidad principal que todo comandante, sin importar el nivel, debe tener.
La proactividad de las personas está en directa relación de la autoestima que cada uno se tiene. Para lograr esto, lo primero que debemos desarrollar es aumentar la confianza y autoestima de nuestros hombres y mujeres; hacerlos sentir “leones y no corderos”. Por tal razón, el profesor estadounidense Stephen Covey, experto en desarrollo de virtudes y habilidades de la dimensión humana, posiciona a la proactividad como el primer hábito a desarrollar en las personas, ya que al adquirirlo, arrastrará a todo el resto de las demás habilidades. Más aun, el aumentar la proactividad en uno mismo, permite ver la vida de una manera distinta, con una actitud de acción más que de reacción; una mirada propositiva, más que de queja; de búsqueda de opciones desde uno mismo, más que de culpar a otros o buscar justificarse a partir de factores externos, responsabilizando a otros por el problema.
En este contexto, el propósito de esta columna es proponer tres acciones concretas mediante las cuales se puede fomentar la proactividad en el Ejército. Esto se puede realizar principalmente a través del fortalecimiento de la autoestima, ya sea en la docencia, en la instrucción y entrenamiento o en el régimen diario. Dichas acciones son: 1) la asignación de responsabilidades, 2) el refuerzo positivo y 3) la aceptación del error.
La acción de asignar responsabilidades es la mayor muestra de compromiso que pueda existir entre un comandante y el subordinado. Este acto implica conocer las capacidades del subordinado y refleja la confianza en el cumplimiento de la tarea entregada, incluso asumiendo un riesgo controlado cuando la persona ejecuta dicha responsabilidad por primera vez. Por lo anterior es que resulta tan importante el conocimiento previo de cada uno de nuestros hombres y mujeres en la unidad, siendo este paso de trascendencia, ya que el mando deberá invertir tiempo en ello para buscar conocer la vida personal de cada individuo, sus intereses, sus fortalezas, sus áreas de mejora y sus talentos. Sin lugar a duda, este tiempo empleado será una inversión significativa que implicará mejores resultados en el futuro, ya que los comandantes no solo habrán construido una sólida relación profesional y de afecto con sus subordinados sino que además, el mando tendrá conocimiento cabal del perfil de cada integrante de su unidad, para entregarles responsabilidades exigentes y desafiantes de acuerdo asus capacidades. Gracias a la entrega de responsabilidades, el subordinado reforzará con el tiempo su autoestima y se sentirá capaz de comenzar a actuar con iniciativa, lo cual mejorará la proactividad en el individuo.
Otra acción para mejorar la proactividad es el refuerzo positivo, lo cual permite que el subordinado fortalezca su autoestima y se sienta capaz de actuar con iniciativa. Para esto, el comandante debe decir y resaltar las fortalezas de la persona bajo su mando, tanto en privado como en público, darle la importancia que se merece, junto con empoderarlo y apoyarlo en sus decisiones. De esta forma, el subordinado se atreverá a adelantarse a los hechos, analizar las situaciones complejas y no sentirá temor al momento de tomar una decisión ante ellas. Producto de esto, el inidividuo mejorará su proactividad, contribuyendo a incrementar la eficiencia de la unidad.
Finalmente, la tercera acción para mejorar la proactividad es aceptar que el subordinado cometa errores en el intento de cumplir la tarea. Si el error es propio del hacer, de la falta de experiencia, del riesgo asumido y no es cometido por negligencia, mala intención o faltando a una virtud militar, se sugiere no reprimir en exceso al individuo. Muy por el contrario, el error del subordinado debe ser visto como una oportunidad de crecimiento mutuo. El comandante debe ser paciente y aceptar que en algunas oportunidades las personas bajo su mando van a cometer errores. Ante esta situación, el superior debe corregir y mostrar el camino correcto, a fin de que la próxima vez el subordinado no vuelva a equivocarse. Un castigo severo solo generará que la persona no intente actuar con iniciativa en el futuro, lo cual disminuirá su nivel de proactividad y atentará contra los principios que persigue el mando tipo misión.
En conclusión, se puede afirmar que la formación de nuestros subordinados es una tarea fundamental de cada comandante. De ella depende que estos puedan ser cada día mejores profesionales y sientan la confianza en sí mismos para actuar con proactividad. Una buena forma de mejorar la proactividad en cada individuo es a través de la entrega de responsabilidades, la orientación mediante refuerzo positivo y la aceptación de los errores del subordinado en el intento por cumplir con la misión impuesta. Como comandantes o instructores, si logramos actuar de esta manera nos sorprenderemos de los resultados, ya que incrementaremos la autoestima en cada uno de nuestros hombres y mujeres, lo que les permitirá sortear de manera eficiente, los distintos tipos de obstáculos que la vida militar les presenta. De esta forma, estaremos contribuyendo a fortalecer las capacidades de nuestro Ejército, ya que contará con hombres y mujeres entrenados desde la paz para actuar con iniciativa y así vivir a diario bajo los principios de la guerra de maniobras, asegurando la victoria el día que la nación requiera a sus soldados.
Oficial de ejército con experiencia de mando en tropa y estudioso del liderazgo y ciencias militares.
Excelente artículo y a la vez desafiante, como nos recuerda que la base para esto es la confianza👍👍👍
Gracias por la retroalimentación. Felicitamos al autor!!