Vivimos en un mundo interconectado, en plena era digital, donde la tecnología nos hace la vida más fácil y donde nos hemos acostumbrado a una vida más cómoda. Cada año en esta época, cientos de jóvenes en el ejército se ven expuestos a tener que tomar una difícil decisión, la cual implica dejar la zona de confort y aceptar el desafío de postular a alguna especialidad secundaria. Cada una con sus complicaciones, algunas con mayor énfasis en lo físico, otras en lo intelectual, pero en general todas requieren que la persona salga de la comodidad de su vida normal. En el caso del curso de comandos, la experiencia indica, que no es una decisión fácil. Son muchos los miedos y cuestionamientos que saturan la mente del individuo que está pensando en la opción de continuar su carrera en las operaciones especiales. Sin embargo, pese a que el camino es duro, vale la pena atreverse, debido a que el comando vive la vida del soldado por excelencia, tiene la oportunidad de probarse a sí mismo, fortalece su liderazgo y finalmente, comienza una aventura que termina el día que se saca la mochila.
El curso de comandos es la instancia de perfeccionamiento profesional en donde el individuo experimenta con mayor intensidad lo que es ser soldado, por tanto, el comando no solo contribuye a su formación militar, sino que también, contribuye a su institución, ya que al egresar contará con poderosas habilidades que le permitirán seguir cumpliendo sus responsabilidades en cualquier unidad donde sea encuadrado. No existe ninguna capacitación o entrenamiento en las fuerzas armadas que se asemeje en mayor manera a esta realidad. El curso de comandos está diseñado para fortalecer las cualidades del guerrero por excelencia. En un ambiente de combate permanente, el alumno mejora sus habilidades de tiro, marcha, topografía, explosivos, artes marciales, telecomunicaciones y táctica, a fin de convertirse en el mejor combatiente individual, de tal suerte de integrarse posteriormente a una patrulla y así seguir incrementando sus capacidades durante el resto del curso y luego en el entrenamiento.
En segundo aspecto, el comando tiene la oportunidad de probarse a sí mismo. En ninguna parte como en el curso de comandos, una persona va a sentir de manera tan cercana el miedo, la incertidumbre, la fatiga y el estrés propio del combate. Producto de esto, el alumno se ve sometido permanentemente al desafío de tener que comprobar quién es realmente, cuáles son sus límites o cómo reacciona ante la adversidad. Cada día es una prueba distinta, en donde el comando debe tener la capacidad de sobreponerse a las exigencias del curso y seguir adelante. Gracias a esto, el individuo aprende a conocer con mayor claridad sus fortalezas y debilidades. A medida que va cumpliendo con los desafíos del curso, la persona refuerza su autoconfianza y vigoriza el compromiso de no aceptar la derrota y jamás abandonar la misión. Sin embargo, a pesar de las dificultades del proceso de formación, que son necesarias para forjar el temple del comando, no hay que pensar que este curso es para súper hombres. Las exigencias están medidas y ponderadas para ser aplicadas sobre gente normal. El enfoque que debe tener quien quiera postular a esta especialidad es dejar de creer en los mitos que rondan en torno al curso de comandos y comenzar a creer en sí mismo.
En tercer lugar, el individuo que es capaz de graduarse del curso de comandos ve fortalecidas sus habilidades para ejercer el liderazgo, ya que adquiere competencias que le permiten tomar decisiones en ambientes de alto nivel de estrés, junto con desarrollar una personalidad con más carácter, pero a la vez más consiente de sus debilidades. El distintivo de comandos, que refleja la excelencia en la preparación para el combate, es un símbolo que implica distinguirse del grupo. Esta situación obliga a desarrollar un profundo sentido de humildad a objeto de no ser rechazado por el entorno y de esta manera, poder ejercer el liderazgo en mejor forma, sobre todo en escenarios caracterizados por un alto nivel de incertidumbre, donde se requiere seguir influyendo en los demás en beneficio de la misión recibida.
Finalmente, al optar por el curso de comandos, el individuo comienza una aventura militar que lo acompañará por el resto de su carrera. Una vez que finaliza el curso, el comando se ve expuesto a un cúmulo de oportunidades de perfeccionamiento profesional tanto en el ámbito del combate como en lo intelectual. Posterior a la graduación, el comando se integra a una unidad donde tendrá la posibilidad de seguir haciendo cursos relacionados con las capacidades de infiltración, ya sea por aire, agua o montaña. Además, vivirá continuamente ejercicios de entrenamiento a lo largo de todo el territorio nacional, como también en el extranjero. Podrá desarrollar comisiones de servicio en otros países, a través de intercambios profesionales, operaciones de paz o cursos de capacitación. Y también, tendrá la oportunidad de interactuar con la comunidad de operaciones especiales tanto a nivel conjunto como internacional, debiendo desarrollar para ello, estudios en otro idioma y profundización en la doctrina de combate.
En conclusión, sin lugar a dudas, el curso de comandos es el lugar donde se desarrolla con mayor intensidad la condición de un guerrero. Por tanto, éste es un desafío diseñado para soldados dispuestos a vivir con pasión la carrera militar. A pesar del sueño, cansancio, hambre y todo tipo de privaciones que el individuo pueda sufrir en la instrucción, el curso de comandos está estructurado para gente normal; lo único que se necesita es cariño por la profesión militar y ganas de crecer como persona. Si solo estas buscando ser reconocido por el grupo o un distintivo para lucirte, éste no es el camino. Pero, si realmente sientes profundamente el llamado de la vocación y te atraen los desafíos, claramente, el curso de comandos es la mejor opción. Si ya resolviste tus dudas y estás dispuesto a salir de la zona de confort, te recomiendo que tomes tu equipo, te pongas las botas y comiences a marchar, mientras antes comiences tu preparación para el curso mejor ¡la patrulla te espera! Te animas? …
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