Recuerdo estar marchando junto a mis compañeros, no recuerdo dónde ni para qué, pero marchábamos. Marchábamos… y mientras marchábamos mirábamos nuestros pies, mirábamos el piso, mirábamos nuestros pasos, uno a uno, en silencio, absortos en nuestros pensamientos. Mientras mirábamos nuestros pies solo pensábamos. Pensábamos en cuando terminaría la marcha, o quizá en cuánto faltaba, o en la ampolla en el talón izquierdo, o en la hebilla de la mochila incrustada en la espalda, o no pensábamos en nada, o quizá en mucho, pero no ahí, en otro luar, lejos, muy lejos, en el futuro o quizá en el pasado, pero definitivamente no en el presente.
Marchar mirándonos los pies, se ve reflejado en la actitud como enfrentamos nuestro diario vivir. Quizá es la forma en que los que marchamos, nos hemos ido deformando culturalmente durante años. A diferencia de quienes siempre miran el interminable horizonte del océano, los confines del espacio o los contrastes urbanos. Nosotros, los de a pie, quizá nos hemos acostumbrado a marchar mirándonos los pies, ensimismados en nuestra tarea y enfocados en nosotros mismos.
Marchar mirándonos los pies, es ser presa de nuestro ego y orgullo. Es no permitir que alguien se entrometa en nuestra parcela, es cuando nos sentimos dueños del equipo, la unidad o la organización asignada a nuestro cargo, lo que nos impide mirar para el lado y buscar nuevas opciones y consejos.
Marchar mirándonos los pies, también es soberbia. Es creer que tenemos todas las respuestas o que nuestras capacidades son suficientes para resolver un problema, sin ser conscientes que la rueda se inventó hace siglos. Quizá, es ser ejemplo del efecto del que hablaban David Dunning y Justin Kruger y que hoy es conocido como un síndrome, ¿padeces de ese síndrome?
Marchar mirándonos los pies, es no comunicarnos efectivamente. Es creer que lo hacemos excelente sin ser consciente de cuál es el público que nos escucha y cómo somos percibidos. Es comunicar con lenguaje florido que enreda, o con coprolalia que avergüenza, o con ironía que denosta, o con ira que agrede. Es no haber aprendido de Rafael Echeverría y su ontología del lenguaje.
Marchar mirándonos los pies, es no escuchar a los menos antiguos o a los más experimentados. Muchas veces son ellos quienes viven el problema, o al tener el pelo blanco ya descubrieron la solución que buscamos. Pero no escuchamos porque nuestro orgullo, hace que sus ideas reboten en nuestros oídos y con esto, se limitan a seguirnos en la interminable marcha con la cabeza gacha, mirando sus pies y con cada paso pisotear lo que alguna vez bautizamos como Mando tipo Misión.
Marchar mirándonos los pies, es nuestra incapacidad de cuestionar nuestras propias ideas, concepciones y certezas. Es nuestra incapacidad de preguntarnos ¿quizá yo estoy equivocado? o ¿quizá hay otra forma mejor? y continuar con la tozudez de imponer sin escuchar argumentos, olvidándonos de eso que hemos escrito en todos lados, eso que está en muchos de nuestros discursos, eso que sólo queda en el papel, eso que creo que se llama pensamiento crítico.
Marchar mirándonos los pies, es seguir con la corriente. Es ser una oveja más del rebaño, es seguir con el “siempre se ha hecho así”, es no indagar en el por qué, en el origen de las cosas, en la filosofía que las sustenta. Es seguir la burocrática rutina, sin querer avanzar y sin querer mejorar. Es seguir haciendo lo mismo porque he renunciado a la iniciativa, a la creatividad y a la acción que moviliza la innovación.
Marchar mirándonos los pies, es negarse a seguir aprendiendo. Es olvidarse del estudio, es informarse por la opinología, es contentarse con las redes sociales, es no leer el último artículo o libro porque es muy largo, es caer en las teorías conspirativas y las fake news, y más aún es dejar de enseñar lo aprendido.
Marchar mirándonos los pies, es olvidar la virtud de la abnegación. Es marcar el paso, es mantenerse mediocre, es cumplir con el mínimo, es parar en el último metro o no hacer la última flexión de brazos, es sólo apostar por el “apto” y no esforzarme por el “apto muy bueno”, es cumplir con la tabla o el estándar y no entrenar para llegar a ser lo mejor que puedo llegar a ser.
Marchar mirándonos los pies, es renunciar a la integridad. Es no cumplir bien porque no hay nadie mirando. Es no tener el carácter para decir que no. Es, es caer en la tentación de lo inmoral, es traicionar el código de conducta que nos debe guiar, es servirnos de los otros y no servir a los otros, es cultivar la hipocresía, dejando de lado la estoica lucha por intentar ser virtuoso, es perder el honor, deshonrando todo y a todos, dejando de ser una persona digna de confianza.
Todo esto y mucho más es marchar mirándonos los pies. Ahora bien, ten certeza que todos en algún momento hemos marchado mirándonos los pies y ten certeza que todos en algún momento marcharemos mirándonos los pies, la pregunta es ¿por cuántos metros o kilómetros lo haremos?
Para avanzar en esta marcha debemos intentar mantener la cabeza en alto, debemos mirar no sólo adelante, sino que también el entorno. Debemos levantar la mirada pese a las dificultades y con nuestro ejemplo intentar que el resto también lo haga.
Mirando el entorno tendremos claridad del contexto, del hoy, del potencial futuro y así, ser conscientes de nuestras acciones en este ambiente, con el propósito de recurrir a lo que sea que nos motiva a marchar y a lo que sea que nos da la fuerza de voluntad para avanzar decididamente, allá donde quiero llegar. Sí, el entorno es nuestro mapa y nuestra energía.
Mirando al frente podemos ver y pensar estratégicamente, podemos fijar objetivos claros, simples y alcanzables que nos permitan cumplir la tarea y no sólo llegar a algún lugar, sino que llegar donde queremos llegar y en la forma que queremos llegar o simplemente llegar tan lejos como podamos. Sí, mirando al frente es nuestra brújula y nuestra misión.
Y tú ¿dónde quieres llegar? ¿qué tan lejos quieres llegar? ¿cómo quieres llegar?, pero más importante que todo ¿cómo quieres marchar, día a día para llegar donde has decidido llegar?
Amante de mi familia, estoico en formación y convencido de cambiar el mundo formando mejores lideres en las nuevas generaciones.
Excelente Fernando
👏👏👏👏👏👏
A la larga, marchar mirando los pies aplasta nuestra vocación y la de quienes son nuestros subordinados, impidiéndonos cumplir con la tarea de permitirles ser felices en el sueño de ser Militar.
Nunca he visto un soldado que, mientras marcha y mira al frente, no muestre en su cara la alegría de ir logrando un propósito, por muy largo y extenuante sea el trayecto.
Efectivamente, marchemos mirando al frente todos los días y contagiemos a quienes más nos importan: nuestros subordinados!!!! Esos a quienes debemos darles la oportunidad de sobrevivir, al menos, el primer día de las operaciones!!!
Que buen comentario Edmundo, aplicable en todos los aspectos de la vida 👏👏👏
Muchas gracias por el comentario del que estoy completamente de acuerdo. Esperamos que este Blog, como espacio de reflexión ayude a marchar mirando al frente… y desde ya lo dejo invitado a publicar con nosotros.
Un afectuoso saludo.
Fernando, excelente y educativa reflexión , siempre debe ser así , con Uds como cdtes., nos podemos sentir tranquilos y confiados que en el minuto de la acción, sabrán hacerlo con profesionalismo y mirando al frente 👏👏👏
Muchas gracias, con este espacio de discusión pretendemos seguir aportando a ello.
Marchar mirándonos los pies es no saber dónde está mi objetivo, es no liderar con el ejemplo, es no buscar el las herramientas que nos permitan seguir creciendo en el camino que hemos elegido. Felicito al autor de este paper, invita a reflexionar y a salir de la autocomplacencia para superarse y lograr con esfuerzo, motivación e inteligencia los objetivos de diversa índole.
Sin duda creo que el ejemplo personal es fundamental en nuestra profesión. Muchas gracias por su comentario.
Excelente planteamiento, solo agregaría que al mirar al frente idealmente observar bien los problemas del ahora, comprendiendo con claridad sus características y formarse adecuado juicio sobre ellos, y al mirar al frente, también ver mas allá de lo evidente, idealmente inferir y determinar los desafíos y objetivos del futuro.
Completamente de acuerdo, muchas gracias por el comentario. Hay muchas ideas para expandir este tema.